Actos y actos
A veces se acude a actos por compromiso, por ver o por ser visto. A veces se va porque se quiere y se siente, y al finalizar se siente uno mejor.
Esto me sucedió en el acto de entrega de los premios «Luis Noé Fernández» que la Fundación Alimerka, con Antonio Blanco al frente como director, celebró en el día de ayer.
Hablar de buena organización, de cariño, de trabajo en grupo y a gusto, de ningún afán de protagonismo, de esfuerzo para estar ahí día a día, es hablar de todo y poco de lo que subyace detrás de estos premios
Jurado, premiados actuales y anteriores y público en general disfrutamos al ver unos sueños hechos realidad de unas personas solidariamente maravillosas y de un optimismo generalizado porque se pueden hacer muchas cosas en bien de los demás y se hacen.
Desde la alimentación preventiva para el cáncer de mama hasta los fértiles campos conseguidos en Níger, todo ello ayudado por el cariño de chicos y chicas con discapacidad capaces de hacerlo muy, muy bien.
Y en ese tiempo posterior de charla con unos y con otros te encuentras con personas con las que charlar es un placer.
Quiero resaltar aquí a dos de ellas, que quizás por su sencillez no les guste mucho que las nombre, pero me dejaron muy buen sabor de boca.
Una de ellas es Carlos Suárez Nieto, eminente otorrino de nuestra tierra que ha formado el mejor servicio de su especialidad , cirujano de pro e investigador gracias al cual y a su tenacidad esperamos tener en Asturias un centro de investigación oncológica que aliente, contribuya y sea reflejo de que la inversión en investigación es prioritaria para una sociedad. Charlar con él y con su mujer fue un gusto.
Y Eduardo Ramos Polo, pediatra de mi corazón, un hombre generoso con unas manos por las que han pasado miles de niños que le deben dar las gracias a esa Colombia que un día nos lo prestó y a la que él vuelve, junto con Maribel, cada tanto y que le provoca añoranzas y desarraigos. Siempre dispuesto a la charla, enseñando con su delicadeza caribeña algo nuevo que no sabíamos bien de su medicina, de música, de su tierra… Eduardo y Maribel son para mí unas personas ejemplares, con sus maletas siempre llenas de razones para creer en la bondad de la humanidad.
Será que me tira la rama médica, puede ser. Entre algunos de ellos, como los que aquí he citado, me siento volver a la medicina que yo viví en mi casa, esa que tanto hace falta que vuelva a brillar.
Mi admiración a todos los que entienden su profesión, sea cual sea, como algo más que un valor personal.
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