Carta abierta a Fernando Sabater
Allá por el año 1981, entré por primera vez en contacto con tu pensamiento y tu literatura. Tu novela Caronte Aguarda me impactó por la manera de desnudar las miserias y violencia del alma humana, donde dibujabas muy acertadamente, un paisaje de mentiras, miedos y muertes. Tu novela, nos ofrecía otra cara de la transición española y de sus protagonistas, de sus recelos y de conexiones ocultas desde la guerra civil.
Posteriormente, tu contribución para que los adolescentes y jóvenes estudiantes, pudieran manejar conceptos y principios éticos que les ayudara a una mejor preparación en su formación, con la Etica para Amador, amplificaron con ello, tu contribución a la convivencia.
Te he seguido posteriormente en tu combate contra ETA, en tu compromiso en la defensa de las víctimas del terrorismo que te llevó más adelante (equivocadamente, en mi opinión) a caer en los brazos de la opción política más personalista que ha tenido éste país y que es (o fue, si esto lo lees después de las próximas elecciones generales) UPyD.
Últimamente, te has incorporado como columnista semanal en el periódico El Pais. No te leo siempre, pero de vez en cuando me adentro en tus columnas para saber que aportan y, lamentablemente, tengo la sensación de que, o bien no te he entendido antes, o bien, con la edad, te ocurre lo que a muchos hombres públicos, que no saben envejecer (ejemplo claro de ello es Felipe González)
A propósito de la columna de opinión, publicada el pasado día 12 de Diciembre, en relación con la sentencia judicial que condena por discriminatoria la disposición del Ministerio de Sanidad que sólo permite la fecundación artificial a las mujeres que hayan fracasado más de un año en los intentos por coito vaginal y donde se aseguraba que la disposición legal ahora vencida discriminaba a las lesbianas o a las solteras que se negaban a mantener relaciones procreativas, era homofóbica. Sentencia que fue recibida con un sonoro aplauso por las fuerzas progresistas y por todos aquellos que siguen luchando por la dignidad y los derechos de las nuevas realidades familiares. Fernando Savater, te pronuncias en los siguientes términos: Pues bien, apúntenme en la lista de los malos (la prefiero a la de los bobos). Que una mujer sana procree un hijo artificialmente para abolir al varón (o que uno o dos hombres utilicen un vientre de alquiler para un fin semejante pero inverso) es realmente discriminatorio para el recién nacido Así, tal cual. ¿Nos suena de algo éste discurso? ¿No lo hemos oído de aquel ministro torquemado que fue Ruíz Gallardón? ¿o salió de la boca de Rouco Varela? No queda aquí la cuestión, más adelante nos dices: huérfano programado y privado de una de las dos líneas de filiación que pertenecen a la condición humana (¡toma ya!, nadie ha llegado tan lejosni Rouco Varela) Es lícito querer ser padre o madre, pero querer ser padre sin madre o madre sin padre puede ser aceptado por un juez pero no por la reflexión ética (¿De qué ética nos hablas? ¿La de la iglesia ultraconservadora?¿De la ética de Donald Trump?.
Finalmente lo rematas diciendo que se hurta a un tercero una parte esencial de su aventura personal Con ello, Fernando Savater, te aproximas un poco más a ese discurso casposo, obsoleto, rancio, que creíamos superado y que defendió con ahínco el mismísimo ministro Gallardón en el parlamento desde su banco azul, donde equiparaba los supuestos derechos del nascituros con los de los ciudadanos.
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