Una calle al soldado de reemplazo
Parece ser que en Oviedo tenemos serios problemas para, en cumplimiento de la ley de Memoria Histórica, rebautizar nuestras calles y plazas. Como en nuestro municipio andamos faltos de personas ilustres, nos parecen más meritorios políticos sudafricanos e incluso los perros callejeros.
Propongo poner a una calle –pido una calle y no un monumento como a los perros– al “soldado de reemplazo”, porque creo que aquellos jóvenes que al cumplir los 21 años de edad nos llevaban a hacer el servicio militar merecemos algún reconocimiento, porque ni nos reconocen aquellos meses de servicio como tiempo cotizado, salvo que no alcancemos el período mínimo para la jubilación.
De la Estación del Norte de Oviedo salieron quintos para las guerras de Cuba, Filipinas, Marruecos... que dejaban a sus madres llorando en los andenes y en vagones de ganado los llevaban a sus destinos.
Eran mozos de origen humilde que no podían pagar la redención en metálico o carecían de influencias para alegar algún defecto físico. Debería haber llamado la atención que los integrantes de la Generación del 98 que tan afligidos y apesadumbrados quedaron por la derrota militar ante la guerra hispano-estadounidense ninguno fue allí a tirar tiros contra mambises y yanquis a las órdenes de Martínez Campos, Weyler o Blanco. En una reciente biografía sobre Valle-Inclán leo que había sido llamado a filas en 1885, pero quedó exento por defecto físico sin que se sepa qué defecto tenía. Perdió el brazo en una pelea de taberna muchos años después. Es de suponer que Maeztu (hijo de un hacendado cubano que en 1895 cuando empieza la guerra de la Independencia de Cuba tiene 21 años); Baroja, que tiene 22; Machado, 19... estaban también lisiados, tullidos, anquilosados o que sus padres pagaron. ¡Así se escribe la historia!
Como nuestros políticos se caracterizan por su gran cultura, cabe sospechar que alguno piense que esto de poner una calle a soldados tiene tufo franquista y que es atentar contra la ley de Memoria Histórica. Pues bien, decirles que las quintas empezaron con Juan II de Castilla y con Felipe V se reanudaron y las hubo en la primera y segunda república. Por tanto, todos tranquilos que mucho antes de que naciese Franco ya había soldados de reemplazo.
¡Una calle para ellos y en consecuencia para muchos ovetenses!
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