Profesión que debe ser vocacional
Acabo de pasar los últimos dos meses acudiendo al hospital de Cabueñes a diario para acompañar a un familiar que estaba allí ingresado. En esos dos meses, me dio tiempo a ver allí cosas que desconocía y que son de las que hay que vivir para poder comprender.
Antes de exponer otras cosas, quisiera, desde esta tribuna que nos ofrece a los lectores LA NUEVA ESPAÑA, hacer público mi mayor agradecimiento a todo el personal de enfermería de la tercera planta par de dicho hospital por el ejemplar comportamiento y atención al paciente demostrado durante el tiempo de hospitalización que acabo de indicar. Me atrevo a aconsejar a cuantos/as estudiantes tengan la intención de iniciar estudios de enfermería, lo hagan de forma vocacional y nunca pensando en las posibilidades más o menos fáciles de conseguir un empleo. Es una profesión muy dura que necesita un estado anímico, de entrega y servicio al prójimo sin límite. Ahora entiendo por qué antes ese servicio lo ejercían órdenes religiosas. Las personas que se dedican a esta profesión, de ahora en adelante, siempre tendrán mi máximo respeto y consideración.
Los médicos que ejercen su profesión en hospitales, en mi opinión, también llevan una vida dura, pero lo hacen desde una posición de cierto poder, que en ocasiones los sitúa en situaciones un tanto chulescas. En mi opinión, se creen los reyes del mambo, y a pesar de los muchos años de estudios que se les exigen, cometen fallos, como todos los demás, a veces, garrafales. Deberían tener más en cuenta y valorar más las sugerencias de sus subordinados, los enfermeros/as que son quienes bregan en todo momento con el paciente, y bajarse un poco del pedestal o peana en que supuestamente los sitúa su diploma y título y admitir con humildad que cometen errores como cualquier ser humano médico, ingeniero, fontanero o electricista. Por el trato recibido por algunos de los que traté, llegué a la conclusión de que se creen seres superiores. Naturalmente, hay, como en todo, sus excepciones y gente muy normal y con los pies sobre el suelo que se ponen a nuestra altura y nos explican cuanto queremos saber a cerca de la dolencia y tratamiento de nuestros familiares ingresados, pero hay también cada estúpido/a engriendo/a, que no hay forma de dialogar con él/ella, en plan: doctor del Drittes Reich: ordeno y mando porque nuestro Führer así lo desea. Sería de desear que alguien les haga ver que están atendiendo a pacientes, no a reclusos, y que esos pacientes tienen detrás a familiares angustiados que necesitan información lo más exacta posible del proceso de curación o no de sus familiares ingresados.
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