¿Clima y contaminación desestructuradas?
De la reciente cumbre del clima en París surgen actuaciones complejas, marcadas por unos a manera de “efectos desestructurados” entrelazados. Son los esenciales siguientes:
(1) Clímax sobrevenido por el miedo generado en el entorno del horror del terrorismo, localizado para generar inseguridad atemorizadora.
(2) Código de conclusiones y determinaciones respecto al clima, marcadas por la desestructuración, contenida en la aceptación teórica amplia de la hipótesis del calentamiento global y consecuencias catastróficas no bien dimensionales.
(3) También respecto a la libertad y efectividad de las formas de ejercer el proteccionismo térmico global y catastrófico local.
(4) El protocolo sugerido respecto a los aspectos marcados por la contaminación y eventual calentamiento global. Están envueltos, asimismo, en la desestructuración, que propicia aplicar técnicas de resultados no bien conocidos ni adecuados económicamente y en todo caso en el momento que preceda a otra reunión o cumbre climática.
Las esencias del clima-contaminación están implicadas en los factores de limpieza, por una parte. Por otra, en precisar los ciclos y fluctuaciones inherentes al desarrollo globalizado de los climas. La limpieza de suelos, subsuelo y baja y alta atmósfera es la acción más efectiva económicamente difícil y técnicamente asumible en algunas pero no en todas sus partes o parcelas. Los ciclos cambiantes para la localidad: debemos de reconocer que son muy improbables para la tierra global y desastres naturales. Las fluctuaciones derivadas del estado de bienestar son heterogéneas y tan difíciles de seguir, como el propiciado Estado de bienestar. La teoría referida a las hipótesis del clima y contaminación sale reforzada de la cumbre de París entre el horror a los desastres de la naturaleza y la actuación de la parte más deshumanizada del terrorismo. París bien valió el viaje de tantos a tal lugar, crucificado por ser una megalópolis pluriforme en busca de tesis para las hipótesis sobre la evolución y permanencia de la tierra, de todos y para todos. París y sus buenas voluntades sólo emitieron directrices desestructuradas, más bondadosas que efectivas, sobredimensionadas además en cifras de cumplimiento de objetivos improcedentes respecto al actual desarrollo científico y técnico global. Más que polarizarse en dar y exigir cifras sobre parámetros del clima resultaría realista, como ya propusiera en otro momento, que se crearan ”hospitales universitarios ambientales” locales y regionales encargados de recoger datos, estudiarlos y proponer actuaciones curativas sobre las afecciones mediatas que inciden en los humanos, sus posesiones animales-vegetales y subsecuente calidad de vida. Asturias, desde su Universidad, debiera proponer el desarrollo del hospital universitario ambiental Princesa Leonor de Asturias al servicio del desarrollo de la calidad de vida próxima y mediata en el tiempo.
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