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De Valdediós, con la mayor esperanza

22 de Diciembre del 2015 - Agustín Hevia Ballina

Un año más ha pasado ya sobre los vetustos muros de nuestro monasterio de Valdediós. Aunque detesto ver, por principio, la botella medio vacía, pues siempre aspiro a contemplarla medio llena, uno ansiaría que las circunstancias fueran otras para nuestro Valdediós del alma y que cual si despertáramos de un sueño o de una ensoñación hondamente apetecida, cualquier amanecida nos deparara la sorpresa con tanto cariño aguardada, diciéndonos: al fin, nuestro Valdediós tendrá la orden monástica tan deseada, tan echada de menos, tan suplicada en la oración tácita y silenciosa. No es soñar. Es sumergirse, una vez más, en la espera y la esperanza, que no defraudará.

Uno acaba impacientándose ante la tardanza de ese día feliz y, con ansias, aguardado. Valdediós continuará siendo para quienes mucho lo amamos un estandarte, un lábaro de esperanzas apelotonadas, una bandera que, día a día, nos invita al seguimiento, a no desmayar, a la continuidad de la marcha emprendida.

Una fecha ya marcada en las efemérides de Valdediós: 18 de diciembre, la fiesta de Santa María en la liturgia hispano-mozárabe. El año pasado la eucaristía celebrada en el venerable rito hispánico nos congregó por centenares. La nueva celebración de Santa María, la que nuestros hermanos de Oriente llaman cariñosamente la "Theotokos", la "Mater Dei", la Madre de Dios, ha vuelto a convocarnos a venerarla en el cálido recinto y ámbito preciadísimo de Valdediós, y hemos experimentado que hemos sido aun más.

A Ella, así proclamada Madre de Dios en el Concilio de Éfeso, la invocaron, en armonioso canto, los padres de aquel glorioso Concilio, con plegaria que la Cristiandad entera adoptó, para dirigirle ruegos, preces, súplicas, oraciones y acciones de gracias: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte". Así también le hemos rezado, a una sola voz, haciéndonos eco de la plegaria con que a Ella, a la Madre de Dios, la invocamos los cristianos todos.

Para Ella resonaron siempre gozosos los sones y acordes de las más ancestrales melodías. En honor de ella rezaron, en la liturgia hispánica, los mozárabes toledanos, encabezados por San Ildefonso, San Isidoro el Hispalense o San Leandro. A honra de Ella, en el Valdediós de los siglos, como los siete obispos de la fama, llegados de lugares bien lejanos, la saludaron y proclamaron bienaventurada, le cantaron cánticos de amor y bienandanza, le rezaron, antecediendo a los bernardos monjes, las mismas plegarias que "resonaban a su glorificación, con los mismos sones que el rito hispano hacía resonaran en las iglesias toledanas", a Ella hemos vuelto a rezarle nosotros y a invocarla en las mismidades de nuestros corazones. A Ella, continuadores de vetustas generaciones, entre deliquios de amorosa plegaria, hemos cantado nosotros la Salve.

Valdediós, el Valdediós de los siglos y de las esperanzas ilimitadas, nuestro Valdediós del alma y del corazón, ha vuelto a dar acogida a cuantos queremos ondear por bandera ese nombre de atractivos sin medida. El 18 de diciembre, a las seis de la tarde de un día esplendoroso, los fieles a ese anagrama o logotipo atractivo allí hemos comparecido, fieles a nuestras querencias y a nuestros amores al Valle de Dios, al "Vallis Dei" que un día consagraron al Dios Salvador siete obispos, derramando el óleo santo de sus ritos de consagración, entre plegarias perpetuadas por siglos sempiternos.

Subtítulo: Liturgias hispano-mozarábicas hechas vivencia en Valdediós

La campana de Valdediós resonó, una vez más, por toda la tierra de Boiges, por toda la comarca de Villaviciosa, por todo el valle de Sariego, por las tierras todas de la Asturias por Santa María bendecida. La campana de Valdediós repicó una vez más a fiesta. Convocó a fieles y devotos, anunció mensajes anticipados de esperanzas renovadas. La campana de Valdediós volvió a sonar como un aldabonazo en las conciencias de todos.

Una llamada, una invitación, un atractivo cumplido: Valdediós, el Valdediós del císter de los siglos, de la Asunción de María a los cielos del retablo mayor, del San Alberico y San Esteban Harding; de Santa Escolástica, de Santa Gertrudis y Santa Hildegarda, las santas y santos que hemos invocado juntos en la misa en el ritual hispano-mozarábico, han vuelto a hacerte objeto de su llamada: a ti, amigo de Valdediós, una vez más la Virgen Madre de Dios, la Gloriosa Santa María, te ha dado acogida, para que a sus plantas postrado le rezaras con las plegarias de los siglos. A uno se le esponjaba el alma, entre efluvios de bienandanza, cuando el presbítero don Gaspar Muñiz, el arcipreste de Villaviciosa, nos asomaba, en plegaria transida, a pasados de reminiscencias, de ancestrales evocaciones, de estéticas y de bellezas litúrgicas, que nos ayudaban a levantar el corazón en plegaria llena de unción hacia la Madre de Dios. Todo iba aconteciendo como si el Valdediós de los siglos cobrara vida, resurgiera de un letargo, se hiciera reviviscente a los ojos y para los corazones de los que orábamos con las venerables plegarias de liturgias enternecedoras, aprendidas en las raíces mismas de nuestra Hispania, de nuestra Asturias de hondas radicalidades pretéritas.

Allí en improvisada convocatoria, allí hemos comparecido todos los antiguos alumnos, todos los amigos de Valdedios, todos los socios de "Cubera", la Asociación de Amigos del Paisaje de Villaviciosa, todos los que vivimos las inquietudes del Círculo Cultural "Valdediós", los amigos todos de la Asociación del Camino de Santiago por Villaviciosa, todos los que se acercan por el Camino de la Ribera a Valdediós, los amigos todos de los monasterios asturianos, los feligreses de todas las parroquias villaviciosinas, de Asturias entera. En Valdediós no se conoce de otras convocatorias que las que son para sumar y más sumar, para multiplicar y más multiplicar esfuerzos, ilusiones, nuevas metas, ansias conjuntadas. Porque en Valdediós las cuatro reglas quedan reducidas a dos: suma y multiplicación. Eso es lo que, conjuntados, hemos intentado hacer el día 18 de diciembre. Valdediós, sabételo bien, adepto y quizás adicto, que eres tú, a ese recinto bien amado. Valdediós bien ha valido un paréntesis, bien ha merecido una presencia bien ostensible de que todos unidos tendremos siempre más fuerza, de que nada ni nadie nos apeará de esa querencia arraigada en el hondón de nuestras almas.

Valdediós nos está aguardando, a mí y a ti, adepto y buen amante de este ámbito sagrado. Valdediós nos ha convocado el pasado 18 de diciembre, a las seis en punto de la tarde, fiesta de Santa María: allí hemos vivido una experiencia inolvidable al sentirnos sumergidos en las venerables melodías de la misa en rito hispano-mozárabe. Para todos los que amamos este monasterio cargado de ancestralidades, un nombre nos queda flotando en el alma, evocador de gratas esperanzas siempre: Valdediós.

Y una cita ya anticipada: 18 de diciembre de 2016, fiesta hispano-mozárabe de Santa María, la Madre de Dios.

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