Entre todos la mataron...
Todas las informaciones acerca de los incendios en Asturias apuntan a que han sido provocados y, para más inquietud, casi planificados al detalle para causar una devastación ambiental importante y un acojone humano importante también.
Se ha dicho de todo, que si los cazadores, que si los ganaderos, que si los bomberos descontentos, que si las condiciones meteorológicas, que si el cambio climático, que si los drones (¡oh, Dios, inquietud extrema!), que si la jornada de reflexión, que si la nueva ley de Montes y las recalificaciones exprés, que si los intereses mineros en el occidente de Asturias... En fin, que los argumentos que sustentan la autoría del desastre pueden ser muchos y de muy diverso calado. ¿Quién ha sido? ¿A quién habrá que penalizar o sancionar o expedientar?
Lo que parece fuera de toda lógica es que nadie que viva en el monte o del monte sea capaz de poner en peligro su patrimonio, su modo de vida, su disfrute o, lo que es más importante, la vida. Claro que han existido prácticas muy criticables y ambientalmente muy dañinas para aumentar la superficie de pastizal, claro que han existido prácticas por parte del mundo de la caza (que hay mucho jabalí con escopeta). Claro que los bomberos de Asturias deben tener sus razones para estar muy cabreados, tanto como para prenderse fuego delante del Gobiernín a ver si alguien los ve y los escucha. Claro que sí, que se han dado unas condiciones meteorológicas de auténtica locura en diciembre, con la sequía, las temperaturas y el vendaval africano. Claro también lo del cambio climático, o, si no, quién por el Occidente se ha olvidado de la potencia de los golpes del mar el invierno del año pasado en los puertos de toda la cornisa cantábrica. Claro que también la ley de Montes, la estatal, y también la inexistente legislación asturiana en la materia; la regulación del uso del monte es una tarea pendiente en Asturias desde los primeros gobiernos democráticos, aun teniendo competencias en el Estatuto de Autonomía. Consensuar el uso del monte es algo que levanta muchas ampollas y las deficiencias son muy graves; para muestra, el fuego devastador. Claro también lo de las recalificaciones, que ése sí que ha sido el gran pastizal, el poder económico que habla de la recuperación económica se está afilando las uñas con urbanizar la rasa costera en Tapia o en El Franco, habrá que estar atentos a las revisiones de los planeamientos urbanísticos futuros, tal vez sea el momento en el que se pronuncien sus respectivos regidores, ahora sobre las cenizas. En el mismo sentido, el interés minero extranjero, casualidad, en Boal, Tineo, Castropol, Tapia y El Franco, si no consultar las autorizaciones que ha dado el "Gobiernín" a lo largo de 2015 para sondear en el occidente de Asturias, una superficie muy considerable. El oro, nuevamente.
Nadie ha hablado del despoblamiento de la zona de montaña rural asturiana, ni de los recortes a los ayuntamientos de estas zonas para financiar cuadrillas de limpieza de pistas y desbroces en el monte, eso que antes se llamaba desarrollo rural. Sólo basta darse una vuelta por el monte para ver cómo están los caminos.
Habrá que pensar y mucho. Es todo muy triste.
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