El doctor Moriarty de la DGT
No puedo más. Me rindo. Por razones de necesidad me veo obligado a comparecer periódicamente en la oficina de la DGT de Oviedo para realizar trámites administrativos encontrándome cada día con nuevas trabas, algunas de ellas dignas de la mejor trampa saducea. Desde obligar al pago por tarjeta (se ve que el euro no es de curso legal en esta administración) y ver cómo, de manera esperpéntica, mantenían abierta una ventanilla de caja, con dos trabajadores sin labor, en la que no cobraban. Dos cajeros sin caja. Hasta negarse a coger compulsas del DNI de la Guardia Civil, sin pensar que en determinados pueblos la oficina de la Policía Nacional más cercana está a muchos kilómetros de distancia. Se ve que no les parecen competentes. Para la compulsa, que para las recetas por infracciones de tráfico les conceden competencia plena. Pero en la última, el genial doctor Moriarty de la DGT, cuyo nombre desconozco, ha echado el resto. Me lo imagino poniendo emboscadas desde su despacho, mirando al confuso usuario por monitores secretos mientras se ríe malicioso acariciando su maléfico gato. Ha decidido que solamente concede una cita al día por persona y dos trámites por cita. Y denme las gracias. Esto es que una familia de Boal, por poner un ejemplo, cuya madre ha decidido personarse en la oficina para notificar un cambio de domicilio de ella, su marido y sus tres hijos, ha de acudir a dicha oficina en tres días alternativos. Las ordenanzas, ya sabe. Yo no pongo las normas y estas cosas. Y, claro, la situación chirría. Por indigesta. Alguien debería comprender el principio de la atención al usuario, atendiendo sus demandas. Y maquinalmente alegan que para esos trámites existen los gestores administrativos, cuyos emolumentos no todo el mundo puede pagar. O no quiere. Título éste que, por casualidades de la vida, ostenta un pariente de un alto cargo de la oficina de la DGT de Oviedo. Y ya pensando mal. Goteándome el colmillo. Me imagino qué sucedería si el negocio cayese en manos privadas. Pero un negocio de gente humilde y trabajadora, como miles de comercios de esta ciudad, que se busca el pan honradamente y alejada de las habituales contratas de los ayuntamientos de cara seria, poca atención y mucho apurar la hora de salida. Jefatura de Tráfico Menéndez. Por suponer. ¿Se imaginan? En su negocio comparece una persona dispuesta a realizar cinco trámites, de 53,40 cada uno, y el señor Menéndez le indica que se venga otro día, que más de dos trámites y 106,80 no está dispuesto a cobrarle. Por su bien, oiga. O demos una vuelta de tuerca más, al pedir su segundo café en el bar Manolo éste le inquiere que ya le ha vendido bastante y que si quiere otro café se vuelva al día siguiente. Por su bien. La tensión y esas cosas. Con la puntita, nada más. Y en caso de queja, como ocurre en la DGT, dispone de un formulario donde puede exponer su disgusto. Impreso éste, al igual que esta misiva, si es que la leen, que seguramente sirva para que acomode el trasero en la cesta de descanso el mismo gato de Moriarty. Utilidad mayor no procede. Que se lo hagan mirar, porque el sistema no sirve. Tal vez deberían preguntar sobre el mismo a los usuarios. O simplemente usarlo. No parece tan complicado.
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