La Nueva España » Cartas de los lectores » La madera del incendio de El Franco

La madera del incendio de El Franco

26 de Enero del 2016 - Martin Pérez Álvarez (La Caridad (El Franco))

Pido disculpas de antemano por si entre estas páginas aparece algún tropezón. Escribo estas líneas con ganas de vomitar y no sé si podré aguantar. Estas náuseas empezaron ayer cuando escuché en un noticiario de difusión nacional una información que daba a entender que los incendios originados el pasado en Asturias estaban provocados o al menos relacionados con «explotaciones ganaderas, trabajos forestales y actividades de los cazadores». Hasta la prensa escrita y ciertos diarios digitales tuvieron cierta inclinación a apoyar esas especulaciones. No conozco exactamente lo que pasa en otras zonas del Principado, pero puedo asegurar que en el concejo de El Franco y las zonas limítrofes afectadas por el incendio más devastador que se recuerda, las cosas no funcionan así.

Para pensar que ganaderos, maderistas o cazadores tienen interés alguno en que queme el monte de esta manera hay que tener un cerebro de serrín, por usar un término relacionado. Ellos son los que sacan provecho si el monte prospera, son los que lo entienden de verdad, son los que saben cómo mantener su equilibrio, son los que disfrutan de él y los que cuidan de él. Aprovechan todos sus recursos, desde la madera para vender hasta una simple piña para encender la cocina. Algún periodista puede pensar que como mejor se informa de un incendio es sentado delante de un ordenador, pero yo le invitaría a ponerse en primera línea de fuego y sentir ardentía en la cara. O a hablar con cualquiera de los múltiples afectados, así mediría mejor las palabras antes de expresarse sin precisión y generalizando con acusaciones baratas. Y si conoce algún caso que dé indicios a pensar que eso es cierto, que lo denuncie públicamente. Sólo le faltó acusar a ciclistas, apicultores, recolectores de setas, senderistas…Y no quiero aludir a todo el ente periodístico, sólo a aquellos que participen de este tipo de insinuaciones malintencionadas cuando todavía hay humo a la vista. El que daba la noticia ayer sí que hacía alusión a estos colectivos en su conjunto. En todo caso, cuando se descubra al causante del incendio, que se le incluya en el colectivo de terroristas, ¿no?

Aunque esto que escribo es un asunto de madera, no voy a hablar de lo quemado en el concejo, ni del pobre valor de mercado que le espera, ni de hectáreas de monte carbonizado ni de metros cúbicos de madera chamuscada. No se refiere a eso el título. Estas letras hablan del tipo de madera del que están hechas las personas. ¿De cuál está hecho usted, señor periodista?

Mire, los cazadores del Occidente, por lo pronto, se han quedado sin muchos de los cotos donde practicar su deporte durante unos cuantos años debido a este brutal incendio. La mayoría de los que conozco también tienen ahora cenizas de su propiedad. A parte de la fama que les persigue de asesinos de la fauna ahora también se les pondrá la etiqueta de pirómanos. Hay gente que sólo está a favor de la caza cuando embiste un corzo con el coche o el jabalí le destroza la cosecha de patatas. Cuando les pasa a ellos sí debería haber más cazadores. Cuando les pasa a otros, son defensores acérrimos de la naturaleza. ¡Con qué facilidad somos jueces y verdugos de los demás!

De la alusión al sector forestal he de decir que desconozco las tramas conspiratorias de las altas esferas de la industria maderera que imagina el iluminado periodista, pero dudo mucho que a nadie compense el bajo precio a cambio de procesar tizones. Respecto a los que trabajan a pie de monte, también me extraña enormemente que los maderistas y sus obreros saquen provecho de trabajar en las condiciones en que queda todo ahora. Esos comentarios hechos a la ligera escuecen como brasas cuando sabes que la casa quemada en Riobón es de un maderista de aquí de toda la vida. Es más, muchos trabajadores del sector tienen arrasadas sus humildes explotaciones particulares que usaban de hucha de cara al su futuro. ¿Dónde está la ventaja, señor periodista?

Y los ganaderos. No basta la depreciación permanente de la leche, el aumento continuo del coste de piensos y forrajes, el fraude calculado de la cuota lechera, la inundación de leche extranjera, la tuberculosis, las vacas locas, las lenguas azules, la brucelosis y un largo etcétera. Ahora también son los incendiarios de su propio monte. ¡Manda narices! En Hervedeiras faltan ahora dos casas, un pueblo de ganaderos desde siempre.

Pues le diré lo que pasa aquí. Aquí estamos enormemente agradecidos al Cuerpo de Bomberos, a la Unidad Militar de Emergencia, a la Guardia Civil y demás elementos que participan en la extinción, eso nadie lo va poner en duda. Pero el sábado al anochecer, cuando llegó la lengua de fuego con vientos de más de 100 km/h, antes de que llegasen los Bomberos, mucho antes de que llegase el Ejército e infinitamente antes de que llegase usted, señor periodista, los que nos salvaron el pellejo de verdad fueron los señores ganaderos con sus tractores con cubas cargadas de agua, abandonando todo lo que estaban haciendo y poniéndose a apagar por todo el concejo a cisternada limpia. A muchos no hizo falta ni llamarlos. Son paisanos de otra madera. Una madera que les hace diferentes de usted, señor informador. Arriesgan sus vidas, como los que quedaron rodeados por el fuego tratando de salvar una cuadra en Lludeiros; sufren accidentes, como ocurrió en San Julián; estropean sus maquinarias, como pasó en La Caridad; averían sus cubas, como le pasó a uno de Miudeira; dejan desatendidas sus ganaderías y encuentran serias pérdidas al día siguiente, como uno de Villar; rompen sus piezas y aparatos agrícolas, como los de Arancedo… Salvar las casas de Hervedeiras les fue imposible, pero evitar la quema de las casas de A Coba fue una labor de auténticos profesionales. Y lo mismo en Viavélez, A Cabana, Nenín, Cerredo, San Juan, Salgueiras, Barreiras y un montón de puntos más. Un largo historial de hazañas del que vamos teniendo conocimiento poco a poco y que no cabe aquí…

Ellos gastan sus carburantes y arriesgan sus pertenencias entre el fuego. Ellos pasan sin comer, sin dormir y sin quejarse todo este trance. ¿Lo haría usted por un vecino? ¿Y por un desconocido? Ellos dejan todo y salen en ayuda del quien lo necesite. Y son de una clase de madera que cuando todo pase, volverán a su rutina sin pedir nada a cambio. Las medallas se las colgarán otros, como siempre, pero a ellos no les importa porque las medallas les estorban para trabajar.

Por cierto, en la cuadrilla antiincendios que improvisamos de urgencia en Villar para frenar el fuego que iba contra las casas había cuatro ganaderos con sus cubas, tres cazadores y un obrero del sector forestal. No digo más. Acabamos a las seis y media de la mañana con su ayuda y con mucha suerte al parar el viento y empezar a llover, pero los señores ganaderos a los que se acusa se fueron de doblete a atender sus ganaderías. Lo mismo pasó en otros tantos focos por todo El Franco. Algunos de estos ganaderos, fíjese bien, llevan cuatro días en ese brete porque ayudan en otros pueblos que siguen en problemas como Alfonsarias o A Barrosa, ya en el concejo de Tapia. Los que se quedaron aquí, siguen patrullando con sus cubas apagando a cada repunte de los rescoldos. Aquí, el reconocimiento hacia ellos es unánime. De gratitud, ni hablamos.

Para los que pasamos apuros (en el concejo de El Franco casi todos) ellos son nuestros héroes. Nosotros sabemos lo que vale tener vecinos así en un momento tan crítico. Aquí, con cualquiera que hablas te habla del agradecimiento infinito que se les debe y de que no hay con qué pagar lo que hacen. De ese tipo de madera está hecha la gente de aquí, amigo periodista, pues no quedó franquino, ni manguera, ni cubo, ni regadera, ni garrafa que no apagase fuego estos días. Por suerte muchos no habrán escuchado su glosa porque estaban a estas labores, pero a mí no me da la gana de dejar sin contestación un comentario tan ruin, mezquino, deleznable y miserable. Vale que se nos quemen los montes, las casas y las cuadras, pero no nos quemen la moral. No sé si esto llegará a publicarse, pero al menos, al soltarlo, yo ya estoy mejor de lo mío.

Cartas

Número de cartas: 46066

Número de cartas en Octubre: 4

Tribunas

Número de tribunas: 2087

Número de tribunas en Octubre: 1

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador