Una posibilidad positiva ante el cambio político
Tras las recientes elecciones nacionales, algo quedó claramente incuestionable. Los votantes no nos equivocamos y la actitud de los partidos políticos democráticos debe respetar la voluntad expresada en las urnas: «Los españoles deseamos moderación y castigamos la prioridad de los intereses de los partidos sobre los nacionales». Los planteamientos más centrados y moderados los representan –salvo personas aberrantes– el PP y el PSOE, que como todos sabemos obtuvieron los mejores resultados electorales, (123 y 90 escaños en el Congreso, respectivamente).
La lectura política correcta pide una gran coalición PP y PSOE, al estilo alemán, que garantice la máxima estabilidad a España y que lleva añadidas las siguientes ventajas: marginar las inútiles arrogancias de Ciudadanos con el partido Popular y las de Podemos con el partido Socialista; liquidar las amenazas separatistas (catalanas y otras), que tendrían que soportar gobiernos inestables del PSOE o del PP en condiciones de poder precarias. El gobierno mixto de la gran coalición –incluso alternante a la mitad de la legislatura, si fuera preciso– mejoraría las perspectivas de la economía nacional, la atracción a las inversiones extranjeras, las cotizaciones de la Bolsa, que ya se deterioran, y el diferencial con el bono alemán, que también acusa el golpe comprometiendo el déficit público. Tal gobierno, alejaría el peligro de una evolución política bolivariana en España, de consecuencias evidentemente nada deseables y desentonadas con Europa.
La visualización popular del cambio político, que también se hace necesaria, se haría cambiando de inmediato las imágenes de los líderes obviamente fracasados, sustituyendo a Mariano Rajoy por Núñez Feijóo, y a Pedro Sánchez por Susana Díaz.
Debe formalizarse el olvido de viejos rencores históricos (80 años), con un pacto de conciliación nacional, al estilo de la transición.
La mayoría absoluta obtenida por el PP en el Senado, cuyas funciones debieran potenciarse como Cámara de iniciativa legislativa y de segunda lectura definitiva, garantizan la estabilidad básica de la Constitución.
La posibilidad –que algunos acarician– de repetir las elecciones, solamente beneficiaría a los separatistas y partidos de izquierdas extremistas (en claro perjuicio del PSOE), y alargaría la inestabilidad política y económica actual, con grave deterioro de la imagen de España.
El acuerdo nacional de gran coalición debiera proyectarse y reflejarse posteriormente al nivel de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos, en la mayor medida posible, para conseguir la mejor sintonía de las actividades políticas en todo el territorio.
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