El Santuario de la Divina Misericordia, en Cracovia
En Lagiewniki, un barrio al sur de la ciudad polaca de Cracovia, se sitúa el santuario de la Divina Misericordia, uno de los centros de peregrinación más visitados de Europa. Su origen está en un convento de la congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, institución religiosa fundada en el siglo XIX en Francia, que se extendió a Polonia y que mantiene allí desde hace más de un siglo una institución educativa y asistencial de ayuda a niñas y jóvenes en situación de exclusión social.
El convento de Cracovia tiene a la madre Teresa Rondeau como cofundadora y a sor Faustina Kowalska como cofundadora espiritual. Esta última es una monja fallecida a los treinta y tres años de edad, que llegaría en el año 2000 a ser canonizada por el Papa Juan Pablo II, quien también inauguró en el 2002 una basílica amplia y de aire moderno en el centro de los terrenos del santuario. El atractivo proyecto de esa construcción y de su alta torre se debe al arquitecto Witold Ceckiewicz, profesor de la escuela de arquitectura de Cracovia.
El santuario es el núcleo desde donde se propaga el mensaje de la Misericordia de Dios y por eso es lugar de peregrinación de millones de personas del mundo entero, que buscan estar junto a la tumba de Santa Faustina Kowalska porque había tenido en vida revelaciones místicas sobrenaturales, para que divulgara la realidad de la misericordia divina para cada uno y la fuerza espiritual para practicarla con las demás personas.
La santa vivió varios años de su vida en aquel convento, en cuya capilla reposan sus restos mortales y donde está, como parte del retablo, el cuadro de Jesús Misericordioso, del que ahora es fácil encontrar réplicas o fotografías en iglesias, capillas y ermitas del mundo entero, como prueba de lo que se extiende su devoción, que con palabras del anterior Papa Benedicto XVI «no es una devoción secundaria, sino dimensión integrante de la fe y de la oración del cristiano, que nos lleva a imitar en lo posible la perfección divina que consiste en dar y no en recibir», tema que el Papa Francisco ha subrayado con la celebración del Año de la Misericordia. Consejo que va bien para todos, aunque teóricamente puedan ser los cristianos más receptivos.
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