El tanatorio de Mieres y las flores
El pasado 20 de diciembre nos enteramos, con gran dolor, del fallecimiento de un buen amigo y mejor persona, Alfredo González Llaneza. Puestos en contacto todos los amigos, acordamos enviar una corona de flores, testimonio de nuestra amistad y de lo mucho que lo íbamos a echar de menos, siendo encargada a nombre de los vecinos y los nenos de Rano en las primeras horas del lunes 21 a una floristería de Oviedo con la que llevamos trabajando más de 30 años, siempre con excelentes resultados.
Cuando ese mismo día por la tarde fuimos al tanatorio a acompañar a la viuda comprobamos que la corona no estaba, tan sólo habían dos, una de la familia y otra de amigos del hijo del fallecido, pero no era cosa de molestar con esa nimiedad y creímos que, al estar tan lleno el espacio de arreglos, ramos, etcétera, la tendrían apartada. ¡Cuál no sería nuestra sorpresa esta tarde en el cementerio al ver que tampoco estaba!
Puestos en contacto con la floristería nos dicen que la corona fue entregada exactamente a las 11.00 del día 21 de diciembre en la sala n.º 4 del Tanatorio de Mieres, tal y como les habíamos indicado, y que se acercarían hasta el mismo para aclarar lo que había pasado.
Efectivamente, van al tanatorio y les dicen que sólo hubo dos fallecidos ese día y que las coronas que no se llevan al cementerio se tiran a la basura, donde estuvieron mirando y no encontraron ni cintas, ni flores, cosa bastante increíble puesto que una corona hecha en el día no se pone mustia a la primera de cambio.
Hemos llamado nosotros hoy, martes, a las 20.00 horas, al tanatorio para decirles que habíamos echado de menos la susodicha corona y qué había pasado con ella. La respuesta no deja de ser chocante, que conste que la persona que nos atendió por teléfono fue muy amable, pero nos dijo que a los habitáculos de las salas entran solamente los de las floristerías y que el personal del tanatorio sólo interviene cuando éstos les indican que no hay más espacio.
La pregunta es: ¿tan mezquinos nos hemos vuelto que hasta robamos coronas ajenas? ¿Tanto quieren ganar las floristerías que se atreven a quitar las cintas de unas para poner las suyas? Sinceramente, es una cosa que no nos cabe en la cabeza.
Nos gustaría que alguien nos lo explicara, puesto que un gesto que quería ser un último homenaje a un querido amigo se ha convertido en otro disgusto más, como si no hubiéramos tenido bastante con su pérdida.
Y, por si a alguno se le ocurre pensarlo, en ningún momento hemos dudado de la seriedad, profesionalidad y buen hacer de la floristería a la que encargamos la corona y con la que, por supuesto, vamos a seguir trabajando.
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