Radicales, extremistas, antisistema y otras lindezas
Contemplo asombrado cómo los medios de comunicación, especialmente las televisiones, hablan con total desparpajo de los radicales de Podemos. A veces van un poco más allá y los tachan incluso de antisistema o extremistas.
Hasta el día de hoy las propuestas de este partido político se enmarcan en el marco legal y jurídico establecido por la Constitución y por esa razón se permite su existencia como partido político. Desconozco si la radicalidad es motivada por el deseo de este partido de que no haya más desahucios, de que se derogue la reforma laboral o de establecer un plan de emergencia para garantizar calefacción y alimentos a todas las familias de este país. Supongo también que el ser antisistema consiste en criticar la corrupción institucionalizada o las puertas giratorias.
No deja de sorprenderme, sin embargo, que esas televisiones y diarios no definan como antisistema a los partidos políticos que utilizan el dinero de los españoles para rescatar bancos y cajas de ahorros, los que reforman y manipulan la Constitución para garantizar la devolución del dinero a los poderes de Bruselas, los que dilapidan el dinero de todos los ciudadanos con "tarjetas black". No los veo hablar de radicales cuando se refieren a partidos políticos que roban el dinero que debería dedicarse a cursos para desempleados, para financiarse y engordar la cuenta corriente de presidentes autonómicos o a aquellos otros que han creado, tesorero incluido, una red de financiación del partido y de enriquecimiento de sus dirigentes. No escucho referirse como extremistas a los partidos políticos que abogan por separar en las aulas a niños y niñas, los que niegan la posibilidad de que se blinden derechos sociales como educación y sanidad o los que permiten salarios de miseria y contratos por minutos.
Uno no puede sino concluir que la utilización de estos vocablos por parte de estos medios de comunicación conlleva un intento de desacreditación y de estigmatización de Podemos por parte de la opinión pública, o al menos un deseo de manipular a los ciudadanos situando a este partido en la radicalidad, en los extremos, fuera del sistema.
Porque, como acabo de exponer, extremistas y radicales son los miembros de los partidos políticos que han robado a manos llenas al pueblo todos estos años. Esos son los antisistema. Y curiosamente los medios de comunicación se refieren a ellos como constitucionalistas. ¡Cuánta hipocresía! ¡Cuánta connivencia con el poder!
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