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Cuando el monte se quema, algo tuyo se quema

6 de Enero del 2016 - José Viñas García (Oviedo)

En efecto, así es. Pero no se les quema nada a los animalistas que viven en el cuarto piso de la ciudad, los mismos que lo manejan todo desde hace un tiempo con sus amiguetes ineficaces de políticos. Que gestionan mimando la ociosidad de quien se hizo animalista anteayer mirando los reportajes de "la 2" para sus recreos domingueros, que les da ahora por ser defensores de la fauna salvaje: oso, lobo y jabalí. Sin importarles un carajo los vecinos de los pueblos, que son quienes más pierden por los incendios y por las imposiciones de defensa a ultranza de esos animales salvajes que les asesinan sus animales domésticos y destrozan sus cosechas. Que es de lo que viven y comen sus hijos.

Antes mandaba la voz de la experiencia y de la responsabilidad, tenían más en cuenta a los vecinos y ganaderos de la zona. El desbroce, la quema y caza controlada se hacían mirando el bien de quien vive de esto. Quien a diario, en todas las estaciones, está ahí: haga frío, llueva, nieve o haga calor. No como estos domingueros de la capital que en los días de buen tiempo invaden los montes sin más provecho que pasar el día en el campo con sus retoños viendo ositos si puede ser, mejor, aunque todo sea en perjuicio de los verdaderos sufridores y de quien vive de ello. Que incluso estos días tienen que escuchar a sujetos sin prueba alguna verter acusaciones contra ellos de ser los provocadores de todos esos incendios. Cuando la verdadera realidad es que ningún ganadero o vecino de la zona osaría quemar con viento (es cuestión de lógica, sólo ellos tendrían mucho que perder: casas, cuadras, cierres, árboles y ganado); tampoco se les ocurriría quemar por estas fechas, ya que las quemas controladas se hacían en marzo, cuando a los 15 días salía pasto.

Cuando vienen dos meses como estos noviembre y diciembre tan secos, con la maleza dominando todo, cualquier imprudencia que en tiempo normal no pasaría nada, ahora se convierte en un incendio. No hay duda de que alguna imprudencia de los mismos afectados podría caber, pero es más fácil buscar cigarrillos tirados por la ventanilla de domingueros que coincidir cien pirómanos a la vez queriendo quemar toda la cornisa cantábrica.

Cuando alguien responsable dice que son incendios provocados, debe tener pruebas, y como vemos, salvo un caso en Cantabria, que más que provocado fue imprudencia, del resto todo indica que nadie tiene idea de por qué sucedieron a la vez tantos incendios. Pero los animalistas enseguida culpan a los ganaderos y propietarios, con lo cual siguen tratando de echar a las gentes de los pueblos para introducir sus osos amorosos.

Para finalizar sólo pediría a las gentes de los pueblos que denuncien sin miedos los daños de esa fauna salvaje que invade el lugar, con la maleza. Y cuando un oso haga daños a niños o personas, espero que a estos altivos animalistas les hagan responsables de todo.

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