Infancia desprotegida
Aún hoy, después de cuatro meses de haber ocurrido, contemplo horrorizado la fotografía de una de las portadas de prensa en la que aparece un niño sirio de tres años muerto en la orilla de una playa turca, después del intento de su familia de llegar a Europa. Quizás haya sido esta la imagen más impactante que nos ha dejado el año 2015.
La imagen del pequeño Aylan tocó el alma del mundo y nos hizo preguntarnos a todos por qué: ¿por qué no hemos sido capaces de protegerlo y evitar su muerte y la de más de 3.600 personas fallecidas en el Mediterráneo mientras huían de la guerra, la violencia y la persecución? Por eso, urgentemente necesitamos vías legales y seguras para que los refugiados, en su intento de ponerse a salvo, no tengan que arriesgar su vida en peligrosos viajes que solo enriquecen a las mafias y provocan mayor sufrimiento, desconsuelo y muertes. Se precisan vías alternativas como visados humanitarios, reunificación familiar más flexible y plazas de reasentamiento. Resulta preocupante el constante debilitamiento del régimen de protección internacional y la profunda división en la Unión Europea, que está fallando a la hora de establecer mecanismos de solidaridad y responsabilidad compartida.
La celebración de la Navidad nos gritó que no cabe dar la espalda al hombre. «En la puerta hay un niño..."», canta el villancico, y en la playa también. Necesitamos la Navidad para sentirnos más humanos.
Volviendo al principio, diré que mis nietos tienen parecida edad que la del niño de esa fotografía, y cuando duermen adoptan una postura similar a la suya. Pero él, el niño sirio, Aylan Kurdi, para vergüenza nuestra, no despertará nunca más. A los responsables políticos internacionales encarecidamente les pido que, por favor, cuiden con más cariño a toda la infancia. No, no hablo de mis nietos, de nuestros nietos, que también, hablo de todos los niños en general. Los niños son lo mejor de todos nosotros que reservamos para el mañana. En realidad, no tenemos nada mejor. Ellos nos salvarán. Yo, cuando esta tarde vuelva a casa, a mis nietos les daré un abrazo más largo y un poco más dulce de lo normal. Ellos nunca sabrán por qué. Pero yo, no lo olvidaré fácilmente.
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