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Prostitución, ¿qué tiene de malo su regulación?

10 de Octubre del 2009 - Aitor Rentería (Salinas)

El oficio "más antíguo del mundo" ha dependido desde siempre, y como cualquier intercambio de bienes o servicios, de una oferta y una demanda, sin la segunda no existiría la primera y, hemos de reconocerlo todos, nuestros instintos primarios, controlados o no por nuestra escala de valores morales, deben ser satisfechos y en ocasiones la autosatisfacción no es lo suficientemente gratificante y una ayudita puede ser muy agradecida.

No es extraño que a los pensadores más "conservadores" les pueda resultar el concepto reprobable repulsivo, denigrante, etc., pero quien debe decidir si ejercer esa profesión supone un riesgo para su ética, moral, salud física o psicológica que no se debe asumir son, exclusivamente, las partes intervinientes en el intercambio, o sea, profesional y cliente.

Lo que racionalmente debería resultar repulsivo, reprobable, legalmente perseguido y duramente sancionado es la conducta de determinados individuos que obligan, mediante cualquier tipo de medio, a que una persona, en contra de su moral y voluntad, ejerza esta profesión, o al trato vejatorio que algunos clientes se creen con derecho a ejercer y que, desgraciadamente, no es tan perseguido publicamente como el propio ejercicio de la profesión.

No es una actitud muy respetuosa con los derechos y libertades individuales reconocidos en la legislación discriminar de cualquier forma a quienes ejercen de forma libre y voluntaria una profesión que, si analizamos las cosas desde un estricto respeto hacia la forma de ser y pensar de cada uno, es tan respetable como cualquier otro y, además cubre una necesidad básica del ser humano que en algunos casos permanecería insatisfecha.

Lo que tampoco me parece una actitud respetuosa hacia el resto de las personas es la falta de regulación de las condiciones de ejercicio de la profesión, tales como especificación de lugares para el mismo, condiciones sanitarias y control médico, aportaciones al sistema público de salud, sujeccion al sistema impositivo, en definitiva crear las condiciones reglamentarias necesarias para equiparar en derechos y obligaciones esta actividad, como la de cualquier tipo de trabajador independientemente de la profesión que ejerza.

La verdad es que no puedo evitar sentirme fatal cuando en ocasiones cometo el error de prestar atención a ciertos comentarios de personas que, bajo el pabellón de la moral y la religión, pretenden vivir bajo la máxima de "ojos que no ven ...", por no hablar de los que pecan al menos en la misma proporción que acusan a los demás; tanto como me siento al ver la forma de comportarse y dirigirse a los posibles clientes de algunas personas que realizan este trabajo pero desconocen el significado de profesional y respeto a los demas, algunos tenemos otras preferencias a la hora de satisfacer nuestras necesidades.

¿Realmente es tan dificil respetar las libertades ajenas, magnificando nuestros derechos hasta el punto de discriminar a seres humanos cuyas circunstancias personales desconocemos?, ¿dónde están la igualdad, la solidaridad y tantos buenos valores que rigen nuestra convivencia democrática?.

Por favor, que los poderes públicos sean responsables y tomen de una vez medidas para solucionar una situación tan desagradable como injusta para todos y luego ..., que se aplique la ley.

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