¡Vente pa Alemania, Pepe!
En un par de ocasiones, me han contactado desde este periódico para preguntarme acerca de las condiciones laborales y mercado de trabajo en Alemania. Sí, la situación es buena, con salvedades. Y son estas salvedades las que me mueven a no dar una imagen tan alentadora, positiva y embriagadora de bondades como si habláramos de hacer las Américas en tiempos de antaño.
Se llega a un país con un idioma áspero, frío para el visitante, con lo que la comunicación adquiere vital importancia. Sin conocimientos de alemán resulta difícil encontrar un trabajo, exceptuando en el sector de ingeniería electrónica.
El precio de la vivienda es alto y la demanda es altísima, con lo que la primera alternativa es buscar un piso compartido, para el que se habrán presentado unas cien personas para ocupar esa habitación y son los ya inquilinos quienes deciden.
Hay que ir con una base económica para el inicio, estamos hablando de unos costes fijos de 1.000 euros mensuales, entre alojamiento y cursos de alemán. En dichos cursos no veremos los resultados hasta unos cuatro frustrantes meses después de haber empezado, en el caso de que sean cursos intensivos.
La competitividad en el trabajo es altísima. Y no se deja de ser un inmigrante, con lo que hay que imponerse, bien en conocimientos o en actitud y softskills, para poder destacar y ser respetado.
Cuando yo empecé tuve la suerte de contar con el respaldo de la asociación Compromiso Asturias XXI, quienes me ofrecieron la más valiosa oportunidad para mi futuro, y realizan una enorme labor por y para Asturias.
Dejando de lado lo extremadamente negativo que resulta este éxodo masivo para nuestra región, recomiendo al cien por cien la experiencia en el caso de personas con una base económica estable con ganas de esforzarse mucho. Desaconsejo, asimismo, encarecidamente, lanzarse a la aventura con la familia y 10.000 euros en el bolsillo, ya que la mitad de los que vienen a la aventura retornan a casa en los primeros seis meses habiendo perdido tiempo y dinero.
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