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¿Qué Universidad queremos?

20 de Octubre del 2009 - Manuel Enrique Prado Cueva (Vigo)

Sobre la desaparición de la lengua árabe en la Universidad de Oviedo.

La pregunta se ha hecho muchas veces, pero es ahora, en momentos de cambio y en una coyuntura económica difícil, donde su respuesta demanda no sólo buenas intenciones y buenas palabras. Es el momento de hechos, puros y duros. Adecuarse a Bolonia es un trámite arduo, pero fundamentalmente administrativo, que no puede ni debe reordenar sin más las áreas de conocimiento al margen del suelo sociológico y científico que las sustenta. El viernes 25 de septiembre, LA NUEVA ESPAÑA recogía una noticia preocupante sobre la intención de las autoridades de la Universidad de Oviedo de excluir, prácticamente, la lengua árabe del nuevo plan de estudios. Ya no sólo por la información que facilita el diario, sino por la labor que me consta realiza Juan Carlos Villaverde Amieva, profesor titular del área, resulta impensable que los vínculos académicos y culturales que este profesor ha logrado con el mundo árabe queden reducidos a la anécdota de una asignatura optativa que, por el lugar que ocuparía, estaría desvinculada por completo del humus que le da sentido. Esta situación conllevaría que los estudios de lengua árabe, en el mejor de los casos, perdieran toda visibilidad en el plan de estudios, desplazados de su ubicación natural al lado de otras lenguas que pueda ofrecer la Facultad. La consecuencia es obvia para todos los que, de un modo u otro, tenemos relación con la docencia. Provocaría, con casi total seguridad, una pérdida de alumnos que, curiosamente, en estos momentos no se produce. Los alumnos son el eje esencial y nuclear de la actividad docente e investigadora de todo profesor universitario. Por su parte, Juan Carlos Villaverde ha logrado vincular en cuerpo y alma a muchos de sus alumnos a países como Líbano, Egipto, Emiratos Árabes o Túnez. De hecho, desde hace años varios estudiantes de Árabe de Oviedo realizan un fructífero intercambio con Túnez bajo los auspicios del Ministerio de Asuntos Exteriores, así como al amparo del convenio que Oviedo mantiene con una Universidad tunecina. Se trata de alumnos que aprenden la lengua árabe a cambio de enseñar la suya propia o que investigan en campos como las minorías hispano-islámicas y las letras aljamiado-moriscas (tan de actualidad), o el arte de la azulejería, en el que pueden llegar a cruzarse la ciencia y la tecnología con el Alcorán.

El área de Estudios Árabes de la Universidad de Oviedo ha generado y genera, pues, no sólo proyectos de investigación de hondo calado científico y cultural, sino también -y esto quiero subrayarlo sobremanera- intercambios de alumnos y profesores con culturas de fuerte raigambre islámica, en una coyuntura política donde los esfuerzos por conocer tanto el árabe literal o culto como las variedades habladas revierten de modo muy positivo en la influencia que España pueda tener en el Magreb y en otras áreas, en todos y cada uno de los intereses que le atañen como nación. Mourad Zarrouk, en su libro "Los traductores de España en Marruecos (1859-1939)", explica con todo detalle las dificultades que tuvo España durante el Protectorado en Marruecos para conseguir "trujimanes" (intérpretes) nacionales. Dificultades que se presentaron aun cuando España disponía, por su papel de Estado colonial, de un contacto privilegiado y directo con la sociedad y cultura marroquíes. Buen conocedor de esta situación fue Carlos Quirós Rodríguez -insigne arabista poleso-, que sucedió a Cerdeira en 1931 al frente de la Academia de Árabe y Bereber, sita en Tetuán, y que terminó por llamarse Instituto de Estudios Marroquíes a imitación del fructífero Institut des Hautes Études Marocaines, ubicado en Rabat, bajo Protectorado francés.

El lugar de España en el mundo es hoy muy distinto. Universidades como la de Oviedo están jugando un papel muy relevante en esta esencial articulación política y cultural con el Magreb. Somos muchos, alumnos, profesores, doctores e investigadores (y especialmente en el norte de España) los que miramos hacia la Universidad ovetense y buscamos en el área de Estudios Árabes e Islámicos ese camino que nos conduce hacia los lugares en los que la modernidad se sitúa en un permanente y siempre fructífero diálogo -no exento de dificultades- con el mundo musulmán. No todas las universidades se encuentran en disposición de ofrecer estudios de calidad que preparen a personas formadas, con excelencia, en la traducción e interpretación, en las actividades consulares y relaciones diplomáticas, en las relaciones e intercambios económicos, en el acercamiento -por circunstancias laborales o de interés científico- al Alcorán, al derecho musulmán, a la literatura árabe, a los manuscritos antiguos o a las artes del Islam... Sin embargo, esta mirada que dirigimos hacia nuestra Universidad no parece estar en sintonía con los planes de estudios que las autoridades académicas proponen para los estudios de Filología en Oviedo. Unos planes que, al no ser aún definitivos, alimentan la esperanza de que puedan ser encauzados conforme a lo que el sentido común dicta, guiado por el prestigio y la amplitud académica de esta área en esa Universidad.

No es coincidencia que las universidades gallegas (Vigo, La Coruña y Santiago) hayan considerado oportuno incorporar, en el ámbito de la filosofía medieval, a Averroes en su temario de la PAU -en el ámbito de la prueba "Composición de texto” sobre tema de tipo filosófico- para el acceso a la Universidad. Averroes, como nos recuerda Mohamed Abed Yabri, en su libro "El legado filosófico árabe", coloca a la cultura islámica ante sus propias paradojas, en definitiva, ante sus propias incertidumbres, que, con peor o mejor fortuna, se encuentran en perpetuo diálogo con Occidente.

La Universidad de Oviedo, su Seminario de Estudios Árabo-Románicos, atrae muchas miradas gracias a su prestigio internacional y al trabajo que realiza en el conocimiento del legado árabe. Ésta fue la razón por la que los herederos del mencionado Carlos Quirós Rodríguez decidieron donar a la sección de estudios árabes e islámicos de la biblioteca del campus de Humanidades los libros, cartas y manuscritos del insigne arabista, que, a no mucho tardar, podrán ser consultados en esta reciente y jovencísima biblioteca, concebida por Juan Carlos Villaverde, y que, por la calidad de sus adquisiciones, la claridad de su concepción y la oportunidad de su puesta en marcha va camino de convertirse (de hecho, ya lo es) en lugar de referencia en los estudios árabo-islámicos. El legado de Carlos Quirós se unirá al donativo de los libros de Álvaro Galmés de Fuentes, iniciador precisamente de este tipo de estudios en Oviedo, y al más reciente y no menos valioso del aljamiadista húngaro Ottmar Hegyi, fondos bibliográficos todos ellos que ya enriquecen aquellos anaqueles.

Los cambios han de ser meditados y sopesados. El que se nos anuncia como posible para la lengua árabe en Oviedo no está acorde ni con los tiempos ni con el prestigio que esta área de conocimiento tiene en el ámbito académico. En este tipo de decisiones, el equipo de gobierno se juega nada menos que la futura proyección nacional e internacional que habrá de tener la Universidad de Oviedo; de no rectificar, la Universidad ovetense se vería, por desgracia, mermada en su prestigio y quedaría considerablemente limitado su reconocimiento en la red internacional del saber. En su caso, a los responsables del desaguisado habrá que poner nombres y apellidos.

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