Entre todos hemos hecho un pan como unas tortas
Los españoles fuimos llamados a las urnas el pasado 20 de diciembre, y analizando el resultado de las mismas, podemos decir que entre todos hemos hecho un pan como unas tortas.
Desde la transición política al salir de la dictadura, habíamos tenido al país en lo político dominado por el bipartidismo; cuando gobernaba el PSOE, cuando el PP. Esta vez, supongo que por el hartazgo de ver tanta promesa incumplida, tantas corruptelas por parte de tantos; algunos votantes quisieron experimentar entregando su voto a nuevas formaciones políticas que prometían acabar con todo lo negativo de quienes nos habían gobernado hasta ahora y que además dijeron ser capaces de sacar al país de cuantos problemas tiene: de paro, déficit, deuda, corruptelas, desahucios y tantas injusticias como veníamos viendo y soportando.
Como según parece, ni todos creímos en las promesas de los nuevos grupos políticos, ni tampoco todos dejamos de seguir confiando en los dos partidos mayoritarios, pues a la postre, el resultado es que hemos montado un tinglado que no hay quien lo haga funcionar. Ninguno parece estar dispuesto a ceder parte de sus aspiraciones a favor de su oponente político, ni a descargarse en parte de su ideología y orgullo personal y partidista, y pasan las semanas y no acabamos de ver posibilidad alguna de poder formar un gobierno de coalición mayoritario y estable, que pueda hacer frente a los múltiples problemas que arrastra desde hace años nuestro país y que pueda sacarlo adelante.
Entre tanto, los que desde hace tiempo demuestran querer desmantelar a España como nación unida e indivisible, aprovechan nuestro momento de debilidad gubernamental para seguir tensando la cuerda al máximo, importándoles un bledo si al final se puede romper o no. Parece mentira observar tanta ceguera voluntaria. Ningún país, que se sepa, avanzó nunca desde la división y el enfrentamiento.
Durante la transición política, nuestros mayores que habían pasado por la amarga experiencia de la guerra civil, supieron ponerse a la altura del momento y darse el abrazo del perdón mutuo a favor de la convivencia en paz entre todos los españoles. No se puede entender que ahora nosotros los hijos y nietos de aquellos que en uno y otro bando dieron entonces sus vidas por pretender conseguir un país mejor y más justo, volvamos a favorecer situaciones más propias de la vuelta a las barricadas y el desorden, que de la construcción de lazos y puentes de entendimiento, de concordia y fraternidad entre ciudadanos de un mismo país, que unido tiene futuro, pero que roto seguro que no va a ninguna parte.
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