Navidades excitantes
Estarán ustedes conmigo en que estas pasadas fiestas de Navidad han sido un tanto raras y provocadoras. A la desnaturalización del laicismo galopante que ha inundado la mitad de los belenes, los adornos domésticos y urbanos, la primacía de los Reyes Magos de Oriente -acosados por Papás Noel y Reinas Magas-, que se han sustituido los turrones y polvorones clásicos por un exceso de sabores importados y los villancicos por "La Guerra de las Galaxias"; a todo ello, el tiempo primaveral que hemos tenido y el experimento de unas Navidades electorales han venido a sacarnos de contexto y dejarnos un cuerpo desubicado de todo espíritu navideño. No me extraña, por tanto, que cada vez en más pueblos se tomen las uvas a deshora y hasta fuera de fecha.
Puede que, quizá, la cuestión no tenga más importancia que un cambio de costumbres, pero no se debiera minimizar la función que los ritos tienen a la hora de orientarnos en el tiempo. La Navidad viene a señalarnos el invierno, la reunión familiar anual, los buenos deseos para los amigos de cerca y de lejos, el intercambio de regalos, etcétera. Si todo esto se vuelve borroso o deja de significar lo que significa, acabaremos más desorientados aún de lo que estamos, viviendo en un presente continuo como los animales.
A mayores de todo lo dicho, estas fiestas navideñas que otrora eran el ejemplo de ñoñería, la inocencia, los christmas de Ferrandis, los calcetines colgando de la chimenea, los pijamas de franela y las batas de guata, se han inundado de un erotismo publicitario que rellena los pavos de una voluptuosidad muy poco navideña, con universales anuncios de perfumes y colonias sobre cuerpos esculturales, voces seductoras de mujeres insinuantes, irresistibles...
Si a esta erotización publicitaria de las Navidades se le suma todo el ensamblaje político que hemos tenido que padecer últimamente -y lo que te rondaré, morena-, pues eso, que no me extrañaría nada que más pronto que tarde en vez de reponer en televisión la moderada película de Frank Capra "Qué bello es vivir", por ejemplo, nos coloquen en sesión continua "Sexo en Nueva York".
¿Llegaremos a esos extremos?
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