Espiritrompas
Hay una película, "La lengua de las mariposas", que tiene al menos una secuencia emocionante. Cuando se llevan detenido a un profesor para ejecutarlo por esas cosas de la guerra, uno de sus alumnos, confuso, al ver que la presunta autoridad detiene a su admirado maestro, estalla en una rabia incontenible y le insulta de una manera peculiar: espiritrompa, le dice, ya que anteriormente aquél les había explicado a sus alumnos la singularidad de ese órgano. Espiritrompa. Cuando faltan los argumentos, las personas se gritan, algo que no sucede cuando median las certezas; hablo de memoria y ruego se me corrija, pero creo que se le puede atribuir la cita a Leonardo, el de Vinci.
Espiritrompa. La rabia de no pocos se manifiesta estos días con pasmosa persistencia. Ciertos anormales que van al fútbol a chillar embrutecidos, a insultar a jugadores del equipo rival y con la premeditación de pancartas que atentan contra elementales acuerdos de convivencia. Tarados que, a falta de argumentos, desahogan frustraciones de esa elemental manera.
Espiritrompa. Parte de la clase política tradicional, su prensa asociada y ciudadanos de infantería estallan en descalificaciones zafias contra la estética general de algunos de los recién incorporados a los hemiciclos, ciclos y triciclos. Espiritrompa, les dicen, ya que, a falta de argumentos mejores, por el momento, les afean conductas inocuas, peinados o modos de vestir. Ya no alcanza con llamarles bolivarianos, estalinistas, castristas, rojos de izquierdas, perroflautas, marxistas, venezolanos, no; ahora, como disparar es gratis, se les puede decir que huelen mal o tienen piojos.
Espiritrompa. A algunos, muchos, que estos días demuestran que tienen la piel más fina que el pellejo de una mierda y padecen una hipersensibilidad extrema que les impele a reaccionar en décimas de milisegundos, se les podría reclamar que podrían haber ejercido esa apasionada crítica cuando otros, los suyos, robaban y robaban, ataviados, eso sí, con esas formas que la tradición llama correctas.
Espiritrompa. Cuando estos roben o defrauden, incluso cuando se equivoquen, yo seré el primero en pedir para ellos el destierro y los grilletes con bola de hierro; entre tanto, descalificarlos por la mera estética es nada más que un grito frustrado, una rabia que, a falta de válvulas, escapa en forma de ventosidad con algo de nicotina, dejando mancha en la braga de quien la expele y hedor para todos los demás.
Hace tres años hubo una gente que tomó pacíficamente las calles, entonces el sistema estable les dijo que no era aquél el modo de pedir, que para eso fueran a las instituciones. Bien, ya están aquí, ya han llegado, ocupan un buen porcentaje de esas instituciones de forma pacífica y civilizada. ¿Ahora el requisito es que lleven corbata? Si hemos de atenernos a la estética, lo que yo veo es que ese puñado de personas representa más a la calle que lo que se ha visto en los últimos tiempos en muchos de esos espacios en los que trincones de toda laya, trajeados, campaban a sus anchas y usaban a los cargos electos como meros conseguidores. Y sí, la lista sería interminable, la Bombón, el tres per cent, aguanta, Luis, yernos reales, los ERE
Espiritrompa. Podemos insultarles de manera estéril a falta de argumentos mejores. Algunos tertulianos, que acuden a los platós a cambio de cuatro copas de güisqui, han estado de lo más ingeniosos a la hora de calificar ciertos modos, ingenio, cosa rara, que les ha faltado en tantas y tantas ocasiones anteriores. A mí no se me ocurriría descalificar al presidente de cierta comunidad autónoma porque fuera un pijo, sino porque impunemente desfalcó y manejó por interés particular esas instituciones que, al parecer, olían a agua de colonia o a lomo de ángel, a saber.
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