El sarcófago de Itacio
Desde mi puesto de prefecto de patrimonio artístico de la Catedral de Oviedo, tengo la ocasión privilegiada de asistir a las incidencias que se van produciendo en relación a cada una de las piezas de ese riquísimo y, en casos, excepcional patrimonio. Han pasado casi tres años desde que técnicos del Museo Arqueológico Nacional de Madrid iniciaron un proceso de analítica minuciosa sobre la lauda o tapa de sarcófago que se puede contemplar en el Panteón de los Reyes, ubicado en la capilla de Nuestra Señora del Rey Casto, que suele denominarse el sarcófago de Itacio o de Ithacius.
Narra don José Cuesta, en su "Guía de la Catedral de Oviedo", la tradición de que fue el sarcófago en que se trasladaron desde Zamora a Oviedo los restos del Rey Alfonso III y de su esposa, doña Ximena.
Ambrosio de Morales se sorprendió de la representación "harto buena" de su talla, con labores delicadas de follaje con un bellísimo Crismón, anagrama de Cristo con el alfa y la omega, apuntando a Cristo, principio y fin de toda la Creación. A cada lado aparecen sendas fuentes o "kantharoi", de que brotan sendos árboles de vida, en tanto que dos palomas beben en cada una de las fuentes, símbolo preciadísimo de la eucaristía como alimento de resurrección. Encima de la tapa, en expresivo dístico latino, se expresa el siguiente texto: "Encerrado en precioso mármol contuve el tierno cuerpo de quien llevó el nombre de Itacio, destinado a las eternas moradas".
Después de tomar las correspondiente muestras, los especialistas Sergio Vidal y Virginia García-Entero, una vez concluida la fase de análisis petrográficos y de catodoluminiscencia, así como el de isótopos, han llegado a la conclusión de que el mármol de nuestro sarcófago, sobre el que, hasta el presente, se mantenía la apreciación de su proveniencia de Aquitania, en el sur de la Galia, puede concluirse, con entera y fidedigna certeza, que proviene de las canteras de Estremoz, en Portugal, cuyos mármoles han sido empleados para la confección de muchos sarcófagos y otras piezas de la próxima región de Mérida.
Subtítulo: Una pieza excepcional en la Catedral de Oviedo
Destacado: El mármol de nuestro sarcófago, sobre el que, hasta el presente, se mantenía la apreciación de su proveniencia de Aquitania, en el sur de la Galia, puede concluirse, con entera y fidedigna certeza, que proviene de las canteras de Estremoz, en Portugal
Los autores de los análisis han publicado los resultados de su estudio en la revista "Asmosia X, Proceedings of the Tenth International Conference", editada por Lerma di Bretschneider.
La metodología llevada a cabo consistió en el análisis, mediante microscopía óptica de luz polarizada y catodoluminiscencia. La muestra analizada del sarcófago de Ithacius es un mármol blanco de grano fino con un sutil veteado marrón/rojizo, textura granoblástica inequigranular en mosaico, sin deformación, contactos cristalinos variados y con cuarzo accesorio, presentando una luminiscencia homogénea de intensidad media y color rojizo. Estas características permiten identificarlo como un mármol del anticlinal de Ossa Morena. Dada la importancia de los resultados, han creído conveniente los autores reforzar y perfeccionar esta conclusión mediante la realización de nuevas pruebas en el futuro inmediato, que permitan confirmar, sin ningún género de duda, que el mármol en que fue obrada esta magnífica pieza es el de Estremoz.
Los resultados de estos trabajos son tan concluyentes que permiten y hasta conducen a dar un vuelco a las investigaciones hasta ahora realizadas sobre el sarcófago de Itacio, que introducirán en un nuevo cauce los estudios a realizar sobre esta pieza, haciendo revisar las conclusiones hasta ahora formuladas. Por otra parte, permiten establecer una relación con los fragmentos marmóreos de similares características a las de nuestro sarcófago hallados en el palacio de Revillagigedo de Gijón, tema de especial interés para el ámbito de Asturias.
Las conclusiones dejan abiertos nuevos interrogantes: ¿dónde se realizó la talla del sarcófago? ¿En Asturias o vino ya confeccionado en su talla? ¿Es posible determinar la fecha exacta del sarcófago obtenida a partir de posibles muestras fechadas con exactitud en el Museo de Mérida? ¿Cómo y cuándo pudo ser transportado hasta Asturias nuestro sarcófago con los precarios medios de la antigüedad? ¿Existe una posible relación de nuestro "Ithacio" con el Itacio, obispo mencionado en Mérida en el siglo IV? ¿Puede mantenerse con visos de remota probabilidad la hipótesis de que el "tenerum" del sarcófago quiera referirse a un niño? ¿El "praetioso marmole" de la cubierta del sarcófago puede conducir con coherencia también a los mármoles de Estremoz?
Otras muchas preguntas con carácter revisionista sobre estudios ya realizados podrían suscitarse en estos cauces de la investigación, ahora abiertos, con la certeza aportada por los trabajos de Sergio Vidal y Virginia García-Entero. Nos llenan de satisfacción las conclusiones de los dos estudiosos y ello ha llevado al cabildo catedralicio a promover un parecido estudio en relación a la hidria de las Bodas de Caná, existente al menos desde el siglo XI en la Catedral de Oviedo, abriéndose la posibilidad de similares análisis sobre otros mármoles de la Catedral, que sería posible realizar en el futuro.
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