Al borde del abismo
Está España en estos difíciles momentos, después del 20-D, cuyo resultado no ha podido ser más incierto y preocupante. Cuando esto sea publicado, no sé cómo ha podido ser ese resultado, porque se están barajando pactos que, de consolidarse uno de ellos, la precipitación a ese abismo, económico, social y político, sería inminente. Cuando esto escribimos parece ser que eso es lo que puede ocurrir. Y la solución, a nuestro entender, ya la hemos apuntado aquí: PP y PSOE, añadiendo ahora a Ciudadanos, para que el pacto sea completo, sin extremismo ni radicalismo. Pero Rajoy, según vemos, es el que dificulta ese pacto, y hay motivos sobrados para ello. El presidente del Gobierno y del Partido Popular se ha granjeado la impopularidad y una mala imagen por los motivos que todos sabemos, sin que por ello no dejemos de reconocer que, en lo económico, vamos mejorando y saliendo adelante. Pero el Bárcenas y el Rato le han dado por el saco. Y bien que se lo pasan ahora por el "focicu" unos y otros, sobre todo Pedro Sánchez, otro que tal baila en lo impopular, fuera y dentro del partido. Recientemente, en cadena de televisión, el señor Corcuera, uno de los buenos y verdaderos socialistas, dijo no estar de acuerdo con el secretario general de "mi partido", que diferenció del "partido de Pedro Sánchez". Esto no merece más comentario.
Pues bien, si ambos líderes pueden ser el obstáculo para un pacto PSOE y PP, bisturí y cambio. Los intereses de España están por encima de las personas y también de las ideologías políticas, máxime cuando en estos momentos está en juego su unidad, que el loco de Mas y sus secuaces han llevado a una situación extrema, aprovechando esta confusión política de pactos y demás mandangas que cada vez nos acercan más a ese abismo. Sí, porque el acorralado Mas se ve obligado a dejar su trono al más radical de su partido, el Carlos Puigdemont, el de aquella agresiva frasecita de "hay que expulsar a los invasores", que lo retrata ya de cuerpo entero. Bueno, pues este títere de Mas, que pasa a ser de la CUP, que es quien gobierna en Cataluña, ha sido el designado para hacer explosionar la bomba de la sedición, hasta ahora amenazante, cuya onda expansiva nos puede coger a todos. Esto es ya un caso de emergencia nacional. Y me pregunto: ¿qué es del jefe del Estado? ¿Para qué está el Rey?
Si no se forma un Gobierno democrático, constitucional, fuerte y responsable, con la ley en la mano, para poner a partidos y personas en su sitio, y asegurar la paz y la unidad de España, nos vamos todos de cabeza a ese abismo.
Ricardo Luis Arias
Aller
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