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Ha muerto el padre Pin (José Díaz Díaz)

17 de Enero del 2016 - Guillermo Fernández Lorenzo (Moreda de Aller)

Confieso con mucho agrado que me satisfizo enormemente dialogar con el padre Pin cuando le conocí y entrevisté en junio de 1975 en su casa de Santa Ana, para la prensa, cuando yo era corresponsal en Aller del desaparecido diario "Región". Mi director, Ricardo Vázquez-Prada, me la publicó en la página 17 del correspondiente al miércoles 11 de junio.

Una persona cuyos quehaceres evangélicos tornaron más sencilla su persona y más humilde su caminar por el mundo. Allerano que se ha labrado fuera de su propia región, lejos de los suyos y que luchó por la fe con una cordialidad íntima que se corresponde con su espíritu, como la tierra con el clima.

Desde muy rapaz se hizo a la mar inmensa de las misiones, y con el tiempo y la buena andadura el grumete llegó a piloto, el piloto a capitán y el capitán a un hombre extraordinario del Sagrado Corazón.

En Santa Ana, aquel verano de 1974, estuvo por unos días. Días de asueto, de tranquila paz y descanso para el misionero andante, donde vació su bagaje de aventuras. En aquellas maletas venía de todo: sinsabores, alegrías, desengaños, satisfacciones, una vida...

"Cuando decidí irme a Nueva Guinea, hube de conocer previamente el idioma inglés y el francés, que son los idiomas que predominan en la isla, además de las 700 lenguas que emplean los nativos".

"Hace aproximadamente cien años –continuó diciéndonos en aquella ocasión el padre Pin– que la Iglesia católica llegó a esta isla, descubierta por españoles. Al principio, naturalmente, contaba con una gran oposición, tanto por parte de los nativos, como por los representantes de otros credos, que podrían llamarse colonizadores. A mí, particularmente, hace 23 años que llegué allá, y a pesar del tiempo transcurrido se me hizo difícil, puesto que aún existía una influencia sin límites de los hechiceros sobre las diversas tribus. Estos eran los que aplicaban la ley y los que se tomaban la justicia por su mano, sin ningún escrúpulo. Ahora estas costumbres salvajes ya casi han desaparecido, aunque continúa habiendo hechiceros y tribus que, en los tiempos actuales, celebran sus danzas y ritos para ahuyentar a los malos espíritus que ellos consideran causa de sus enfermedades y de las malas cosechas".

Éstas y otras muchas cosas nos explicaría el padre Pin sobre su vida en Nueva Guinea.

Más acá en los tiempos, es nombrado, aquí en Asturias, y por la redacción en pleno del diario LA NUEVA ESPAÑA, "Asturiano del año" 1978, en votación celebrada el viernes 15 de junio del año 1979, en reconocimiento y gratitud para con la sociedad.

En aquella ocasión se escribía en LA NUEVA ESPAÑA: "Cuando él llegó a Veifas, apenas si había unas chozas y tenía que dormir en un jergón de fueyes, levantándose a media noche para sacudir los bichos de todos los tamaños que con él querían compartir aquel lecho elemental. Hoy su misión tiene un hospital, una escuela de Magisterio, una escuela de enfermeras y otros centros institucionales. Él formó a mekeos, algunos de los cuales hoy son ministros y altos dignatarios del nuevo Estado independiente de Papúa-Nueva Guinea". (Ver LA NUEVA ESPAÑA del domingo 24 de junio de 1979).

Con motivo de este nombramiento de "Asturiano del año" 1978, el padre Pin escribió una carta a la redacción, muy cariñosa, explicando su vida en aquellas tierras de Nueva Guinea: "En 1973 me han nombrado jefe de tribu, y en ese concepto asisto a sus reuniones, donde hablan de los problemas de sus pueblos. Vivo en la selva, lejos de la civilización... y soy feliz".

El domingo 22 de octubre de 1995, en la página 45 de este mismo diario, Esteban Greciet escribía unas hermosas palabras sobre el padre Pin:

"Por casualidad escuché el domingo pasado la homilía de un misionero que nos fue presentado por el párroco de San Lázaro del Camino como el padre Pin, natural de Soto de Aller, que lleva 44 años en las lejanísimas tierras melanésicas de Nueva Guinea, cerca de Australia. Al oírle contar con sencillez, y en un español ya algo trabajoso, ciertos aspectos de lo que fue y es su campo de misión, vuelve uno a pensar lo mucho que perdemos el tiempo en Occidente con frivolidades y pequeñas cosas".

En el año 1997, el padre Pin es nombrado por la reina Isabel II Miembro honorífico del Imperio Británico. Fue propuesto, también, para ser gobernador de Papúa, pero sus superiores le hicieron descansar en Valladolid, donde falleció después de 66 años de sacerdocio, a sus 85 años de edad. Su cuerpo descansa, desde el día 5 de enero de 2016, en el cementerio parroquial de Soto, en Aller.

Deberían levantarse voces autorizadas que expresen alguna palabra de agradecimiento o algún detalle que se parezca mucho a un reconocimiento a la labor de esta persona. Aún hay calles en Aller que no tienen nombre.

Descanse en paz el padre Pin, después de haber trabajado tanto por el bien de los demás.

Guillermo Fernández Lorenzo

Moreda de Aller

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