La vejez, una etapa más de nuestra vida
Por desgracia, no somos eternos, incluso dependemos de personas, de cosas o de situaciones temporales y efímeras, de ahí que nuestros deseos muchas veces pasen a un segundo plano.
Cuando llegamos a cierta edad es necesario y muy aconsejable prepararnos para una nueva fase de nuestra existencia en este mundo: las vejez. Por eso, debemos iniciar un proceso de concienciación y de aceptación, viviendo cada instante como si fuera una novedad. Hemos sido personas activas que quizás hayamos destacado en la sociedad, en el trabajo, entre nuestra familia y amigos. Y ni no brillamos como pretendíamos, al menos sí dejamos huella.
La tercera edad nunca debe ser sinónimo de decadencia ni de falta de expectativas. El envejecimiento de las población --España es el séptimo país con más elevado número de personas mayores--, ha variado extraordinariamente la percepción de lo que en día significa ser mayor. La importancia de la gente de más edad en la sociedad actual es también determinante y anticipa un nuevo periodo de reflexión: lo que nos llevará a considerar esta etapa más como una supervivencia, un coronamiento, que un final de la vida.
Se trata de ser receptivos a este final de nuestro ciclo vital, abrazarnos a la realidad: nos vamos desgastando. Crear pequeños proyectos asequibles y considerar que lo decisivo en nuestra vida es el amor y el cariño que se pueda dar y que se haya recibido.
Así de entrada, podemos decir que algunos mayores sufrimos mucho. Unos más que otros desde luego, según el carácter, el ambiente que nos rodea, las circunstancias familiares sobremanera. Aunque todos tenemos motivos sobrados para estar algo nerviosos, por el declinar de la vida, vamos perdiendo la capacidad para asumir, con suficiente energía y esperanza, las dificultades que nuestra experiencia nos va dictando.
Desde mi óptica particular, hay grandes diferencias entre ser mayor y ser viejo: mayor es quien tiene años; viejo quien perdió la jovialidad. El mayor vive cada día con proyectos, con ilusión; para el viejo todos los días son iguales y su agenda está completamente en blanco. El mayor camina, trabaja, se relaciona, se comunica; el viejo la mayor parte del tiempo lo pasa renegando de todo.
En mi particular oración pido que los años no me hagan diferente, insensible a mi realidad presente, porque quiero seguir construyendo, colaborando, soñando...
Hay un pensamiento de Gregorio Marañón, que siempre me hizo reflexionar, que viene a resumir todo lo dicho: "Vivir no es solo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir, y dormir sin soñar. Descansar es empezar a morir".
Ánimo pues a esa tercera edad. Hay que seguir regando la parcela por pequeña que ésta sea, hay que seguir aprendiendo, enseñando, repartiendo esperanza. Nunca un hombre es demasiado viejo para comenzar su vida.
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