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Había una vez un circo...

30 de Enero del 2016 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Que alegraba el corazón, pero el circo de los payasos de la tele, porque el que acabamos de ver en el Congreso es como para echarse a llorar a moco tendido. El ciudadano no politizado, el currante, el exprimido contribuyente está perplejo, asombrado ante el espectáculo vergonzoso, de zafiedad circense que han dado las flamantes señorías al jurar o prometer sus cargos (muchos, en unos términos de coña y pandereta) y votar a los presidentes de ambas cámaras, multicolores ambas en lo que a ideologías políticas se refiere. Todo muy pintoresco y espectacular. Asombroso, por no decir vergonzoso, las vestimentas y ropajes de la mayoría de los señores diputados, a lo que esto de "señores" les revolverá las tripas, porque es ofensivo a sus progresías proletarias y extremistas. Esto es una gran equivocación, es confundir la velocidad con el tocino, porque tan señor es, por ejemplo, el que pica en la mina como el empresario para el que trabaja, ya que la educación, con todo lo que ella significa, es la que verdaderamente hace señor al hombre y señora a la mujer. Todo lo demás es una estúpida demagogia.

Una educación que brilló por su ausencia, casi generalizada, en la Cámara baja, tan baja ese día. Proliferación de números circenses, entre los que cabe destacar el de la maternal señoría con su bebé, que sus compañeros de escaño mimaban y cogían, compañeros que, a la hora de intervenir, lo hacían fogosos y espectaculares, puño en alto, con el aplauso de sus compañeros de grupo. Luego, sí, la forma de vestir, inadecuada, impropia y hasta un insulto y desprecio para el Congreso, cuyas normas establecidas al respecto han sido vejadas y vulneradas. La imagen que ese día hemos dado al mundo no ha podido ser más deprimente y ridícula. Creo que desde la "Pepa", la Constitución de 1812, jamás se había visto un caso igual en el Congreso, que de ninguna manera se debe repetir. Rigor en el cumplimiento de las normas establecidas al respecto de sus señorías, que seguro que a alguno se le indigestará lo de "señoría", y proponga cambiarlo, por ejemplo, por el de "ciudadano diputado". Bueno, menos mal que en España no tenemos guillotina...

Por otra parte, la lucha por el poder es a muerte. Todos quieren hacerse con él como sea. Pedro Sánchez, en su desmedido "mono" de Moncloa, pactaría con el mismo diablo, si fuera preciso. Y Rajoy, por continuar en ella, se agarra a un clavo ardiendo. Pues bien, el pacto que necesita España y quiere la ciudadanía, según parece y observamos, no es otro que el de PP, PSOE y Ciudadanos, pero sin Rajoy ni Sánchez, que parecen ser el obstáculo. Y adelante con esta legislatura, con señorías responsables que sepan estar y comportarse digna y correctamente en ambas cámaras, con un Gobierno también responsable cuya política no sea otra que además de acabar con esa locura separatista, devuelva al pueblo llano, con la paz social, la esperanza, la ilusión y cuanto se llevó por delante la puñetera crisis. No hay otra alternativa.

Lo contrario sería el hundimiento social, económico y político de España. Nada, que supondría un suicidio nacional colectivo.

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