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Auschwitz y Leonard Cohen

31 de Enero del 2016 - José Emilio Bretón García (Avilés)

Quienes hayan traspasado la puerta de hierro de acceso al campo de exterminio de Auschwitz en Polonia habrán observado que en su parte superior figura, también realizada en hierro, la frase alemana Arbeit Macht Frei, cuya traducción al español es el trabajo libera. También habrán comprobado que quienes visitan el campo de exterminio, desde el primer instante y durante las horas que dura la visita, muestran un profundo sentimiento de respeto hacia todos los contenidos del recinto de exterminio, sentimiento que difícilmente olvidarán en el futuro, e incluso que haya quienes ese sentimiento de respeto hacia los sucesos que se produjeron en el interior del macabro recinto lo pongan frecuentemente de manifiesto.

Por otra parte, quienes hayan asistido en los últimos años a alguno de los conciertos de Leonard Cohen, premio "Príncipe de Asturias" de las Letras 2011, habrán comprobado que generalmente comienzan con la canción "Dance me to the end of love", y que en su inicio Leonard Cohen se sitúa frente al multiinstrumentista aragonés Javier Más, hinca la rodilla sobre la tarima del escenario en actitud de profundo respeto y comienza a recitar esta bella canción. Sin embargo, y a pesar de que "Dance me to the end of love" está estructurada como una canción de amor, ha sido el propio Leonard Cohen quien ha tenido que aclarar que realmente está inspirada en el Holocausto, tal como ha manifestado en alguna de sus entrevistas, circunstancia por la que se puede presumir que la letra de la canción "Dance me to the end of love" la escribió Leonard Cohen tras conocer el recinto y los terribles sucesos de Auschwitz.

Decía Leonard Cohen al periodista en una de sus entrevistas: "Es curioso cómo las canciones comienzan, porque el origen de una canción es una especie de grano o de semilla que alguien pone en tus manos o el mundo pone en tus manos y de ahí que sea tan misterioso el proceso de escribir una canción". En este caso el origen vino de escuchar o de leer o de saber que en los campos de exterminio, al lado del crematorio, en algunos de ellos, un cuarteto de cuerda era forzado a tocar mientras el horror se consumaba. A los músicos a su vez les esperaba el mismo horror. Ellos debían seguir tocando música clásica mientras sus compañeros de prisión eran asesinados e incinerados.

Han transcurrido varias décadas desde que el día 27 de enero de 1945 los soldados soviéticos liberaron a los únicos 2.819 prisioneros que aún permanecían moribundos en el campo de exterminio de Auschwitz. Aún hoy muchos de quienes lo visitan lo hacen con dolor y respeto, pero es de agradecer que también haya quienes nos recuerden que lo allí sucedido no debe volver a repetirse como lo hace el poeta Leonard Cohen frecuentemente, con su respetuoso gesto.

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