Tres noticias

30 de Enero del 2016 - Ignacio Pérez-Navarro Flórez (Siero)

Hace unos días se hizo un homenaje a una persona que ha sido importante, y mucha veces responsable directo, de la vida en la Central Térmica del Narcea (Angel Alvarez). Dos días después, el fallecimiento de otra persona implicada, a la vez que apreciada, en la historia y vida de "La Central" (Luis Fernando Cachón). También unos días antes el triste anuncio del cierre de un elemento de generación de La Central, el Grupo I. Tres noticias, la primera alegre, la segunda muy triste, y la tercera una pena. Y digo la vida porque decir La Central Térmica del Narcea es una frase incompleta, porque la historia real o profunda de esa Central es o ha sido poliédrica, compleja.

Ahora que la mayoría de las decenas de personas que protagonizaron o vivieron la historia de La Central están jubiladas o absurdamente prejubiladas, se pueden visualizar los hechos con perspectiva, y darse cuenta que la fraternidad y afecto que hay entre la generalidad de todos aquellos que tuvieron la fortuna de pertenecer al conjunto de La Central se manifestó en los hechos descritos anteriormente.

Para comprender bien la historia de La Central, hay que saber que la actividad y las responsabilidades directas en material industrial, laboral, social y económica de esa compleja instalación llegó a ser así: Tres grandes grupos térmicos de generación, las centrales hidráulicas de Calabazos y Pilotuerto, la Subestación de Trasona, la distribución en ata tensión de toda la industria ubicada en la comarca de Avilés (Ensidesa, Endasa, Enfersa, Zinc, etc.), la gestión de un poblado con más de cien familias viviendo, la gestión de unas escuelas concertadas con más de cien alumnos, la concesión hidráulica de la cuenca del Narcea. Todo lo anterior de manera directa; pero de manera indirecta o subsidiaria, la distribución en media y baja tensión en el occidente de Asturias y también la red de Alta Tensión con origen o destino a la centrales de generación, el patrimonio rústico de fincas afectadas por las instalaciones, etc.

Todo lo anterior fue bonito mientras duró. Los expolios políticos, basados en una absurda falacia, se llevaron por delante gran parte de esos activos productivos.

El padre de esta bella historia se llamaba Higinio Gonzáles Mayo, que a su regreso de Cuba, allá por el final de los cincuenta, compra la empresa Hidroeléctrica Moncabril. Hay una leyenda urbana que cuenta como don Higinio que tenía la costumbre de acudir en Navidad a la central hidráulica de Pilotuerto, contó que con el capital en dolares USA que poseía, al cambio de sesenta pesetas por un dolor USA, pudo adquirir Moncabril; cuando pocas semanas después, al liberar el Gobierno el tipo de cambio monetario, podría haber adquirido Iberduero con la misma cantidad de dólares USA (ciento treinta pesetas por un dolor USA).

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