La culpa fue del cha-cha-chá.
La derecha, y no me refiero a la alta clase política que sale en los medios, sino también a todo aquel que se siente parte de ella y no la aprecia como un mal, percibe el atasco actual en la elección de presidente como un problema imputable a la izquierda. Que no se arreglan, que no pactan para que manejen el timón y la estabilidad. La derecha es la demostración palmaria del anti patriotismo que les caracteriza. Decía un obispo español a mediados del siglo XIX que la libertad de conciencia era darle al error los mismos derechos que a la verdad. Se desprende de ello que la verdad era patrimonio suyo, claro, otorgada por decisión divina a dedo, sin democracia ni zarandajas.
Parece que en ese deseo de señalar a las izquierdas como causa de este mal subyace un discurso velado, atávico, irracional pero congénito, que vendría a ser algo así como que las izquierdas y allegados son un sindiós y un obstáculo para que se organice una España decente. Y la culpa del costo de componer unas nuevas elecciones no es más que suya por no ceder. Hay que tirar de nuevo los dados a ver si sale lo que nos gusta.
Eso nos pasa por blandos, parecen pensar, les dejas que voten y encima apelan a la aritmética para demandar derechos. Ahora va a resultar que estos rojos son de izquierdas. O sea…
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