Paga o revienta

16 de Febrero del 2016 - Antonio Valle Suárez (Castropol)

El impuesto de plusvalía municipal es el actualmente llamado "Impuesto Sobre el Incremento del Valor de los Terrenos", que grava el solar e incluso el mismísimo terruño de debajo de las piedras y ladrillos de su vivienda; tanto piso como casa individual o adosada y que, en el Principado de Asturias, se aplica, con pocas excepciones, con el máximo rigor y parece que, partiendo de Galicia, viene acercándose con furia, cual vendaval desbocado, para ir llegando poco a poco y más y más, hasta alcanzar el cénit al llegar a nuestro rico Principado.

Verán, partiendo de Vivero y Burela, donde aplican el 0% (el cero por ciento, les digo) sobre la base imponible obtenida del valor catastral que figura en el recibo del IBI, en Foz cargan el 17 por ciento; en Ribadeo, el 24 por ciento, entrando, a continuación, en el rico Principado de Asturias, donde amaina un poco a su paso por San Tirso de Abres, con el 16 por ciento, para, a continuación, con casi toda la fuerza autorizada por la ley pasar por Taramundi, con el 22,95 por ciento; por Vegadeo, con el 23 por ciento (Vegadeo lo bajó, en los dos últimos años, del 30 al mencionado 23 por ciento), y ya en Castropol, con el 30 por ciento, alcanza toda su virulencia, para seguir, pasando por Tapia, El Franco y Navia, llegando a bastantes más ayuntamientos con el mismo 30 por ciento, arrasándolo todo; sin tener en cuenta que este tipo de operaciones se realiza, con plusvalías o pérdidas en el caso de las compraventas y cargando también, cómo no, con las herencias o cambios obligados de propiedad o titularidad por fallecimiento del titular o, simplemente, de uno de los titulares. (No confundir este impuesto con el llamado impuesto de sucesiones, ya que éste es independiente del que hoy toca hablar y no corresponde al Ayuntamiento).

¡Vaya, hombre, qué casualidad!, dos de las poblaciones más importantes de la costa lucense no necesitan de este impuesto, ¿por qué no les preguntan cómo prescinden de él y, encima, les salen las cuentas? Para mí que, como buenos gallegos, administran bien sin malgastar nada, ¿verdad?.

Excepción grande y medalla merecen, en el Principado, por su buen trato a los ciudadanos, con un impuesto por plusvalía del 0 por ciento, los ayuntamientos de Boal, Coaña, Degaña, Grandas de Salime, Illano, Illas, Villayón y los tres Oscos. (Puede que exista alguno más en estas condiciones. Si hay dudas y está interesado en saberlo, consulte en el dominio del siguiente párrafo).

Los porcentajes de gravamen en el impuesto sobre el incremento de valor de los terrenos de los municipios indicados no son inventados por mí, sino que fueron obtenidos en esta página al alcance de todos los ciudadanos, cuyo dominio les detallo: http://www.foro-ciudad.com/asturias/villayon/, no vaya ser que alguien que se considere afectado por estas verdades que todos debemos saber y conocer estime requerirme judicialmente. Nunca se sabe, es un riesgo que puedes correr cuando mentas las verdades que a algunos no les gusta oír.

El ciudadano medio, dicen los economistas que estudian estos temas, por impuestos directos e indirectos paga al Estado más del 60 por ciento de sus ingresos y, ahora, por si tuviésemos pocas cargas encima, algunos, no todos, con este impuesto de plusvalía municipal (que se aplica también si hay minusvalía), puesto de moda con fuerza desde la última crisis del ladrillo por casi todos los ayuntamientos (no todos, como se puede ver), nos lo aplican disimuladamente con un poco de suavidad y disimulo, tratando, al mismo tiempo y muchas veces, de sacudirse la responsabilidad de encima culpando de su autoría, en ocasiones, a Hacienda o al mismísimo Gobierno de turno. ¿No será que en el fondo los aplicadores están convencidos de que es un impuesto antipopular y creen que es tan injusto como nos parece a los ciudadanos?

Además, ¿por qué le cambiaron el nombre, llamándolo desde no hace mucho impuesto sobre el incremento del valor de los terrenos? Será porque suena mejor, claro, claro.

Visto lo visto: ¿qué porcentaje sufrirá en sus carnes por impuestos totales un ciudadano medio?: pues seguramente que no menos de un 70 o un 80 por ciento de todos sus ingresos, o sabe Dios cuánto, ¿no?

Ya, ya, ¿pero quién le mandó a usted vivir, con vivienda propia, en esos cumplidores ayuntamientos que aplican toda la fuerza que la ley les permite para liquidar ese impuesto a su favor (de ellos), castigando a sus sumisos ciudadanos? Supongo que sabrán que con ello los desproveen de sus ahorros que tantos sudores les costaron para, ahora, usarlos los recaudadores en los menesteres que estimen convenientes, y que no dudo de su buen fin.

El problema grave no se presenta ahora, sino que vendrá de verdad cuando pase un tiempo más y vayan desapareciendo los sufridos ciudadanos ahorradores y queden sus hijos y nietos con las propiedades y, a todo más, con un sueldín o una pensión que, lógicamente, no dará para ahorro alguno y sólo para subsistir. Cuando llegue ese tiempo y se vaya renunciando a las herencias, que a este paso pronto lo veremos, y se haya terminado el dinero de los demás, ¿de dónde van a cobrar ustedes, consistorios, esas plusvalías municipales para nutrir sus arcas? (En el diario "Faro de Vigo" decían, hace unos días, que por este impuesto los ayuntamientos recaudaban ahora un 10 por ciento más que en pleno auge inmobiliario de antes de la crisis del ladrillo).

De momento, el que tenga que pagar que pague, ¡que se fastidie! Sí, sí, pero tengan en cuenta que a todos los propietarios de una simple vivienda o solar comprada o heredada que sea vivienda o no vivienda le bastará con que se llame urbano aunque sólo sea urbanizable y lo labre usted de patatas, y, con seguridad, tendrá que pagar por él (Un refrán marinero acertado dice: cada bote, que aguante su vela).

Sin duda, el actual camino no parece el más adecuado para mantener el llamado Estado del bienestar, ya que, sin duda, como dice el dicho "fartura para hoy y hambre para mañana".

Pienso que si no lo están ya, algunos consistorios debían integrarse en el llamado planeta de los ultrarricos, exclusivo del 1 por cienot de la población mundial, porque, parece, recursos no les faltan.

Pero si nadie me convence de lo contrario, también ellos, los consistorios, acabarán entrando en la crisis (que ahora no sufren) y que será cuando los ciudadanos no podamos atender las correspondientes liquidaciones.

Entre tanto, no se le ocurra morirse y, de hacerlo, que no se entere nadie.

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