Las consultas, al pueblo
O ponemos nosotros las líneas rojas, o los demás nos llenan de rojos. Ya que como dice el cantautor Sabina: "Aquellos que luchaban por el bien común hoy se pelean por los sillones". Pues bien; ésta es la realidad política de España, a poco más de un mes de celebradas las elecciones generales. ¿Se imaginan ustedes cómo estará el país dentro de un año? Pues se lo pueden imaginar, ya que dado que la lectura que cada cual da al resultado electoral va inversamente proporcional al que menos escaños tiene, esto será un gallinero. Claro que todas estas lecturas son respetables y hasta lógicas. Ahora, lo que no parece que tenga demasiado de lógico es que sean los socialistas a quienes los españoles les dimos el mandato para formar Gobierno.
Un partido y un candidato que todos reconocen que han tenido, porque así es, el peor de los apoyos de su historia no son quienes debieran, aunque lo pretendan, formar Gobierno, ya que en situaciones de pura lógica su candidato debiera estar hoy, como poco, cuestionado por sus propios afiliados, votantes y hasta simpatizantes, pues el descalabro electoral es histórico, como histórico es el partido.
¿Qué se pretende hacer ahora? Por lo pronto, intentar unir a toda la rojería que se ha instalado en los sillones del Congreso (eso sí, gracias a la derecha, al capitalismo y al sursum corda) para elegir presidente a quien menos apoyo popular ha tenido desde Rubalcaba, que ya es decir.
Se pueden sumar los escaños, se pueden sumar los votos de los perdedores, pero al final se nombrará al candidato que los ciudadanos no han elegido, que en este caso es Pedro Sánchez.
La aritmética de los números no siempre -y en este caso menos- representa la voluntad de la mayoría, ni el derecho de las minorías, pues, en buena lógica, quien primero está llamado y obligado -al menos de facto- a formar Gobierno y, por tanto, a llevar a cabo su programa electoral (pues ésta es la cuestión más crítica, ya que puede que se lleve a efecto un programa electoral que nadie votó) aquel que además de haber tenido más apoyos es el partido mayoritario de la Cámara. ¿Es legal lo que se está pretendiendo hacer? Sí. ¿Es legítimo? No. Por tanto, si los populares no quieren o no les dejan (no pueden, aún no lo sabemos, pues ni lo intentaron) formar Gobierno, la opción es consultar en segunda ronda a los españoles (así nos vamos acostumbrando a las segundas vueltas). Todo lo demás es alterar la voluntad popular con retazos de varios programas electorales, que, como se dice en el argot taurino, es sólo desechos de tienta, que no servirán ni para contentar a unos, ni para llevar a cabo y respetar el programa que sí votó la mayoría.
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