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¿A tiros con las cotorras argentinas?

4 de Febrero del 2016 - Julio Ortega Fraile (Barcelona)

No, cargárselas a tiros no es la solución. Razones:

Es un ser vivo que siente y por lo tanto su muerte provocada constituye un acto de crueldad.

Existen métodos alternativos suficientes, probados e incruentos.

Liarse a disparar en núcleos habitados (no olvidemos que anidan en zonas urbanas) es poner en riesgo a los ciudadanos.

Están aquí y ahora y son una especie exótica catalogada como invasora porque hubo humanos que en una demostración de estupidez se las trajeron. Cuando se les pasó el capricho, que no la idiotez, las soltaron. No es culpa de estos animales que su presencia suponga un problema, ellas no pidieron hacer turismo a España.

Dicen que por algunos lugares se escuchan detonaciones. No sabemos si los francotiradores municipales cuentan con el preceptivo permiso de la Consejería de Medio Ambiente que corresponda, pero sea o no así yo no quiero ver en mis parques a gente armada disparando contra quienes aun resultando molestos o dañinos para el patrimonio no dejan de ser criaturas inocentes que pagan con su vida las consecuencias del cretinismo mental de algunos humanos para los que lo verdaderamente exótico es la ética. Y tampoco deseo que mientras estoy en el sofá de mi salón viendo El Intermedio me entre un proyectil por la ventana.

He dicho que hay otras opciones contrastadas y utilizadas. Estas son:

Capturas mediante jaulas trampa o pértigas. Sin muerte posterior, por supuesto, sino que sean enviados un Centro de Conservación de Especies, como se hace en Madrid. En el Ayuntamiento de Zaragoza se consiguieron atrapar mediante jaula 25 ejemplares de una colonia de 40 adultos y gracias a eso al año siguiente sólo se reprodujeron tres parejas. Funciona.

Quimio-esterilizantes. También en Zaragoza el uso de esta medida evitó en un 80% de los casos una segunda puesta. Funciona.

Control de puntos de alimentación, con limpieza de calles y campañas de concienciación para que no se las alimente. Funciona.

Gestión de zonas verdes y arbolado con la eliminación de ramas de poda y de nidos. El Ayuntamiento de Málaga retiró más de cien con el respaldo del Área de Medio Ambiente y Sostenibilidad. Funciona.

Control exhaustivo sobre su tráfico ilegal, ya que según el artículo 7 del Real Decreto 630/2013 de 14 noviembre, la cotorra argentina está clasificada dentro del Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras y por lo tanto prohibida su introducción en el medio natural, transporte, tráfico y comercio, tanto de ejemplares vivos como muertos. Funciona.

Y paciencia, no se puede solucionar un problema así de la noche a la mañana pasándose la madrugada a tiro limpio. Esas medidas son efectivas, está demostrado que reducen la población y la reproducción evitando el sufrimiento de los animales y riesgos a los humanos pero requieren tiempo para llegar a la erradicación total. El remedio no pasa por hacer como en esos ayuntamientos cafres que llaman a cazadores para que maten a los perros y gatos que deambulan por los alrededores (como por ejemplo ocurrió en el de Bembribre, en León, iniciativa para que los escopeteros se presentaron en manada y encantados, claro), sino por una gestión adecuada, innovadora, continua y propia del siglo XXI y de los Programas de Protección Animal que vendieron en campaña ciertos equipos de gobierno, donde por más que se busque no se encuentra ningún apartado que exalte y defienda la violencia con animales. Y dispararle a las cotorras lo es.

Sí, paciencia, porque esto es el resultado de un negocio de mascotas raras, o sea, de nuestra inagotable ambición y de un esnobismo con no poco mercado, explorando ambos de la mano los confines de la imbecilidad y el egoísmo humanos (no hay otros). Y si los políticos de turno no la tienen que miren un rato al activismo animalista, donde cada día hacemos gala de una flema y perseverancia infinitas para entender que no podemos extirpar de un plumazo las atrocidades de nuestra especie con el resto, pero que poco a poco vamos logrando su debilitamiento y merma.

Según la Directiva 2009/147/ CE del Parlamento Europeo relativa a la conservación de las aves silvestres, se indica en el artículo 11 que los Estados miembros velarán por evitar que la eventual introducción de especies de aves que no vivan normalmente en estado salvaje en el territorio europeo de los Estados miembros perjudique a la flora y la fauna locales. En España hubo comerciantes y clientes que se pasaron esta norma por el forro, así como una administración que no estuvo lo suficientemente atenta para impedirlo. Que ahora no paguen estas aves con su dolor nuestros errores o infracciones. Ya está bien de solucionar las cosas matando. Ni ellas merecen ese sufrimiento ni el Parque Labordeta en Zaragoza o cualquier otro allí donde esté son cotos de caza.

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