Cuando con camisa, cuando con esmoquin
Los servicios informativos de televisión del sábado noche del 6 de febrero conectaron con el lugar donde se celebraba la gala de los premios "Goya" y nos permitieron ver un detalle -a mi entender- muy llamativo. Resulta que el líder de Podemos, don Pablo Iglesias, haciendo honor al lugar donde se encontraba y al acto que allí se celebraba, acudió vestido de esmoquin (que, por cierto, le sentaba como a Cristo -con perdón- una cartuchera y dos revólveres), pero dado que el guión parece que así lo exigía, pues allí estaba el hombre con su disfraz.
Chirría un poco comprobar que alguien que pretende llegar nada menos que a presidir el Gobierno de la nación más antigua de Europa y perteneciente a la UE se permita cometer errores o deslices de tanto bulto -a mi entender- como es presentarse ante el jefe del Estado de la nación, el Rey, en mangas de camisa como un simple currante, y, sin embargo, para acudir a la fiesta de la gente del cine haya tenido la deferencia de ponerse chaqueta y pajarita.
Desconozco lo que este señor pretende demostrar con este tipo de gestos; sospecho que posiblemente se trata de querer resaltar su condición republicana y su rechazo a la Monarquía, de lo contrario es algo difícil de entender. En mi opinión, quien hace un feo al Rey, lo hace al Estado español y, a la vez, a todo el pueblo. Este señor, como cualquier otro, puede estar en contra de la Monarquía y a favor de la República, faltaría más. Yo mismo no me inclino ni por una ni por otra forma de Estado, hay monarquías que funcionan muy bien y Repúblicas que lo hacen fatal y viceversa, pero mientras las cosas no cambien, debería tener en cuenta que la Monarquía es el modelo de Estado que tenemos los españoles. Quien quiera cambiarlo es muy libre de hacerlo, pero siempre desde el respeto a la ley. Entre tanto, yo pienso que al ser el Rey el jefe del Estado y quien nos representa como nación, todos le debemos un respeto, y plantarse en audiencia ante él en mangas de camisa como un simple currante -que me perdone este señor-, yo, en mi supina ignorancia, lo encuentro si no una provocación, al menos sí algo fuera de lugar.
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