A la plantilla del San Agustín, muchas gracias
Puede decirse que un hospital es una institución que, generalmente, quiere tenerse lejos; pero si la necesidad acucia, cuanto más cerca, mejor. Así me lo ha hecho saber mi medico de cabecera el doctor Casares (gracias, don Juan), y su inigualable enfermera, María Jesús (gracias, señorita García Llorente).
Hace unos días, una obstrucción de la sonda vesical que me ha sido colocada en su día, me llevó a uno de los boxes de Urgencias y, posteriormente, a una habitación de la planta 5ª sur (Urología), mi grata estancia allí hace que me sienta obligado a rendir tributo a aquella frase del literato chino Lao-Tse, que dejó perennemente escrito: "El agradecimiento es la memoria del corazón".
Cuando la enfermedad te arrebata las fuerzas solo queda ponerse en manos de profesionales. Y es ahí donde sentí el calor, una vez más, de la efectividad de un formidable grupo de médicos, enfermeras, auxiliares y otros, que me devolvieron la salud con sus conocimientos y sus cuidados. Profesionales como los urólogos doctores Tuero y Gutiérrez, así como las enfermeras Carmen Campos y Montse, la cuidadosa y servicial auxiliar Begoña Beovides y hasta la señorita que nos aseaba la habitación a diario.
Asimismo, no se me borrará de la memoria cómo dos celadores me llevaron casi en brazos al lecho donde convalecería y probé mis primeros tragos de agua y comida, tras la manipulación de mi próstata. Tampoco me olvido de todos los demás funcionarios que me atendieron sin descanso hasta que la fuerza y la salud volvieron a ser suficientes para retornar a casa, buen sitio para que sea la naturaleza quien continúe su curso sanador.
Cuando estamos enfermos nos percatamos, naturalmente, de nuestra debilidad pero también de nuestra fortaleza. La mía, ha sido además, el profuso cariño de mi mujer y las frecuentes visitas de los buenos amigos, siempre a mi lado. Pero también los cuidados y la devoción de mis ángeles de la guarda: médicos, enfermeras y auxiliares que me atendieron con mucho esmero y destreza. A todos ellos les debo afecto y gratitud. Gracias, muchas gracias.
Un permanente y agradecido abrazo para todos,
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