Carnaval de Llanera, territorio comanche
Como vecina que soy del concejo de Llanera (he nacido en él y aún sigo aquí), he vivido muchas fiestas de Carnaval desde la adolescencia hasta ahora, pero ninguna como la de este año.
Grupos de adolescentes borrachos, drogados, que atracaban e intimidaban a otros jóvenes, con peleas continuas desde la plaza de La Habana hasta el parque del Ayuntamiento, paraban a coches en medio de la carretera general y se sentaban en los capós, vendían droga. Todo esto se sucedía sin apenas Policía en las calles. La Policía Local (esa que los vecinos llevamos años diciendo que hay que aumentar) era poca y la Guardia Civil ni estaba ni se la esperaba (por lo visto, sí que salió para alguna actuación).
Y yo me pregunto: cuando se organiza un evento de estas características, el organizador y los cuerpos de seguridad ¿no deberían planificar medidas especiales (patrullar a pie las calles, pruebas de alcohol y drogas, pedir DNI)? No sé, ellos sabrán qué medidas, que para eso son los especialistas, pero no dejar a sus vecinos a merced de un grupo o grupos (todo hay que decirlo, no eran de Llanera) que sólo venían a montar follón y reventar la fiesta.
Eran jóvenes (menores que se saben muy bien la ley del Menor, que los protege), pero delincuentes al fin y al cabo, y los delincuentes ya sabemos dónde tienen que estar.
Si estas personas comprobasen que delinquir (sea de la forma que sea) sale caro y me da igual la edad (desde bien pequeños sabemos distinguir el bien del mal), quizás alguno se lo pensaría dos veces.
Me siento indignada, cabreada, pero sobre todo impotente ante un sistema que parece proteger más al delincuente que a las personas que sólo nos dedicamos a trabajar, pagar impuestos y vivir sin hacer daño a otras personas.
Espero que mi protesta no caiga en saco roto y sirva para algo.
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