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El detonante de la nueva crisis

16 de Febrero del 2016 - J.J.J. Suárez González (Gijón)

El tema ya está en la calle, todo el mundo comenta que podemos estar ante el estallido de una nueva crisis económica, como la que se produjo en 2.008, y que hay que estar, ojo avizor, al detonante. La verdad es que hay una grave crisis mundial, pero yo no creo que sea, para nada, nueva, sino solo otra fase de la que ya comenzó a finales de los años 70, con el inicio de la sobreproducción industrial. Esa es la causa primigenia y aunque aparentemente parece que nada tienen que ver la sobreproducción y el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria, están íntimamente relacionadas. No voy a hablar ahora sobre este asunto porque ya lo he hecho sobradamente en otras ocasiones.

Los inversores se dieron cuenta hace unos meses que la economía mundial, lejos de recuperarse, como decían los Gobiernos, daba síntomas de estar gravemente enferma y de que las medidas que estaban tomando los Bancos Centrales, como poner a funcionar la máquina de hacer billetes para comprar, con ese dinero, Deuda Pública, tendrían consecuencias desastrosas. Por eso las bolsas empezaron a caer hasta los mínimos que han alcanzado estos días y por eso la única materia prima que ha subido de precio últimamente es el oro. Algo muy similar sucedió antes de que el banco Lehman Brothers quebrara el 15 de septiembre de 2.008, desencadenando la crisis financiero-inmobiliaria, también llamada de las hipotecas Subprime o basura. Es decir, en contra de lo que nos han contado, algunos sí sabían perfectamente lo que iba a pasar. Ahora, otra vez, como en una serie televisiva, conocemos la trama y los personajes, pero no tenemos ni idea de las aventuras que vamos a ver en el próximo capítulo, eso sí, como siempre hay disparos, habrá mas víctimas.

Ya sabemos que la quiebra de Lehman Brothers no fue la causa, sino el detonante, que podría haber sucedido en cualquier otra entidad bancaria importante, pero que sucedió precisamente en esa porque, entre otras razones, tenía nada menos que un 70% de sus activos invertidos en créditos hipotecarios incobrables. También sabemos que el detonante del nuevo episodio de la crisis no va a acontecer en un almacén de frutas y verduras, ni en el bar de la esquina, sino en algún banco, porque ahí es donde se maneja la mayor parte del dinero. Estos días hemos visto lo que ha pasado con el Deutsche Bank, el principal banco de Alemania, que había caído estrepitosamente en bolsa ante el miedo de los inversores. El asunto no es nuevo, porque El Deutsche Bank anunció en 2.015 pérdidas por valor de 6.700 millones de euros y despidió a 35.000 empleados, pero, sobre todo, porque muchos inversores sabían perfectamente que el nivel de riesgo del banco era demasiado alto, al haber invertido ingentes cantidades de dinero en comprar Deuda Pública y en los llamados cocos, activos a interés fijo que se pueden convertir en acciones. Desde la crisis del 2.008 sus acciones cayeron desde los 100 hasta los 19 euros. Pero, las fechorías financieras del Deutsche Bank dan para escribir un libro, baste decir que Rusia tiene casi 6.000 demandas judiciales presentadas contra el banco alemán.

Como con la burbuja inmobiliaria, como el mundo sabe que la espada de Damocles va a caer sobre nuestras cabezas, solo falta ver cuando. Alemania no quiere ser el país del nuevo detonante, por eso el Deutsche Bank ha recomprado casi 5.000 millones de euros de su propia deuda, eso sí, lo ha comprado con un papel moneda sin valorizar que solo vale la confianza que los inversores le quieran dar. Es un parche que seguramente no va a servir de nada.

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