Los maltratados

15 de Febrero del 2016 - J.J.J. Suárez González (Gijón)

Hoy es uno de esos días en que te se levantas con ganas de guerra, en sentido figurado, claro, como si durante la noche Morfeo te hubiera hecho un encargo envenenado del que no puedes escapar. Tengo que defender a los maltratados, aunque no sea políticamente correcto y sepa de antemano que me enfrento a las ideas preconcebidas y a ese totalitarismo feminista, o hembrista, que no se diferencia en nada del machista.

El año pasado hubo en España 57 mujeres asesinadas por sus parejas, un auténtico drama del que nos informaron ampliamente en la televisión y en los periódicos, pero seguramente poca gente sabe que también fueron asesinados por sus parejas 29 hombres. ¿Se imagina usted lo que podría haber sucedido si las mujeres fueran físicamente mas fuertes que los hombres?

Durante la campaña electoral, Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, tuvo la tentación de introducir en el debate la modificación de la Ley de Violencia de Género, para que se ampliara a toda la violencia doméstica, incluidos niños y ancianos, y no fuera un anacronismo anticonstitucional que discrimina jurídicamente en razón del sexo. Como era de esperar, no tardaron ni 5 segundos en saltar contra Ciudadanos la jauría de fundamentalistas que defienden una Ley injusta y que han perdido completamente la perspectiva de la realidad. Rivera y los suyos tuvieron que recular y callarse, pero yo no me presento a las elecciones y me importa un pepino lo que digan de mí esas feministas de pacotilla y los que les hacen el caldo gordo.

En primer lugar conviene que todo el mundo sepa que esa sociedad patriarcal que se remonta a los albores de la Humanidad y que ha tenido, desde siempre, a la mujer subyugada en un mito. Hasta hace unos pocos miles de años (el Homo Sapiens tiene unos 190.000) eran las mujeres las que tenían todo el poder en las tribus, hasta el punto de que en muchas sociedades ni siquiera existía la palabra padre, pues no era posible saber que hombre era el progenitor. Hay un detallado estudio de las tribus indígenas, donde se deja sentado esto, del antropólogo norteamericano Morgan, que recogió en su libro El origen de la familia de la propiedad privada y del Estado Federico Engels, el gran amigo y mecenas de Carlos Marx, al que espero que nadie tenga la tentación de calificar de machista y facha. Dicho esto, es cierto que las mujeres, desde que apareció la agricultura y la ganadería y se formó la familia tan como la conocemos actualmente, han estado discriminadas e injustamente plegadas a la autoridad del hombre. En España siguen discriminadas laboralmente y, por la cultura machista que hemos tenido los hombres y nuestra poca voluntad de cambiar, teniendo que hacer de superwoman esa palabreja que nos hemos inventado para describir a las heroínas que tienen que conciliar el trabajo en la empresa y en el hogar, incluido el cuidado de los niños, sin la adecuada ayuda de sus pareja.

Ya habrá observado usted que soy un ferviente defensor de las mujeres y que estoy totalmente en contra de su discriminación, ni le cuento lo que opino del calvario que padecen las féminas en algunos países y en algunas sociedades (siempre pienso que pude nacer mujer), pero eso no es óbice para que también defienda los derechos de los hombres. Los 29 hombres que han sido asesinados por sus parejas el año pasado en España no lo fueron porque se lo merecían, como no lo fueron los niños asesinados por los maltratadores o arrojados a un contenedor, metidos en el armario de un trastero y tirados por la ventana por sus madres.

Como muchas mujeres, muchos hombres son también maltratados y algunos asesinados por sus parejas. Pero, además, esos hombres tienen que sufrir la discriminación legal, mediática y, en muchos aspectos, social.

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