Perros sueltos: punto y final
Los lectores más fieles de esta sección quizás recuerden la carta con la que hace unas semanas nos obsequiaba José Luis Cinca Martínez, remitida a este periódico desde La Rioja con muy mala leche y peor gusto. Ell buen hombre no escatimó en ofensas, incluso hacia el periodista de esta casa que con objetividad reflejó la penosa situación en la que nos encontramos los ciudadanos que sufrimos a diario a los irresponsables e incívicos que llevan a sus perros sueltos, molestándonos a todos y ensuciando nuestras calles, pues perro suelto y caca sin recoger suele ser binomio inseparable. Tal parecía, leyendo su carta, que cuando uno sale a dar un paseo con su perro, atado, intentando respetar para que te respeten, si te cruzas con una indeseable que, conocedora del talante agresivo de su animal, aún así, lo lleva suelto, dejando a tu perra mal herida en su camino, sin ofrecer siquiera unas disculpas, tal parece, repito, que lejos de sentirte agredida, te tiene que prestar. Pues bien, resulta que lo mío no era una pataleta, ya que la Audiencia Provincial de Asturias me ha dado la razón, condenando a Doña Maria del Carmen Verguilla Martínez como autora de una falta contemplada en el artículo 631.1 del vigente Código Penal por dejar a su perro (que califica de dañino) suelto y en disposición de causar mal. Sus peculiar forma de entender la verdad en el juicio y la citada carta en el periódico defendiendo lo indefendible define a estos personajes, sin olvidar a aquellos que hayan sentido empatía con este tipo de actos y que dándoles la razón, quedaron automáticamente retratados. Pero el punto y final a esta historia ya está puesto con la sentencia condenatoria de la Audiencia ante la que no cabe recurso. Aquellos que se vean algún día en situación similar, tened claro que si muerden a vuestro perro, sea o no el mordedor de los llamados peligrosos, tenéis derecho no sólo a un resarcimiento económico, sino también a que se condene penalmente al dueño del perro. Termino recurriendo al refranero español, por sabio y conciso a la vez: no ofende el que quiere, sino el que puede y el que ríe el último, ríe sin duda mejor.
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