Cortesía
La desconocen por completo muchos de nuestros políticos, como solemos ver y apreciar en sus intervenciones en ambas cámaras, y también en cuantos lugares públicos aparecen, sobre todo en la televisión, a la que son tan adictos porque les gusta fardar. Hay intervenciones de sus señorías que son una verdadera agresividad verbal, rayando ya en el insulto personal. Y para completar esa descortesía, de qué forma visten y comparecen esos diputados de una progresía sectaria y mal entendida. Desde la Constitución de 1812, la "Pepa", hasta ahora, jamás se vio en el Congreso tan lamentables espectáculos y falta de la más obligada cortesía.
El ser humano es muy complejo, somos muy complejos, y nuestro comportamiento social, en un sentido u otro, lo marca y define algo tan fundamental como lo es la educación, tan cuestionada y en crisis hoy. Desconocida, diríamos mejor, y de ahí la descortesía y los lamentables comportamientos antisociales que deterioran nuestra paz y convivencia, que todos estamos destrozando. Sí, todo es por falta de educación, de la verdadera educación, la que se mama, la que nace, se hace y se forma en el hogar, en el seno de la familia, tan en crisis hoy también. Esto lo define muy bien ese dicho popular de mucha enjundia que dice que "lo que natura no da, Salamanca no lo enseña".
Una verdadera y vergonzosa falta de cortesía ha sido la del señor Rajoy al rechazar la mano que le tendió el señor Sánchez, en el breve y desafortunado encuentro que ambos han tenido en su lucha por la Moncloa. Pero recordemos que en la misma descortesía, digamos que insulto, incurrió el señor Sánchez en aquel debate televisivo, a cara de perro, entre el presidente del PP y el secretario general del PSOE. Vergonzoso ejemplo de descortesía ha sido el de estos dos políticos, ellos mismos se han descalificado y han puesto en evidencia el prestigio de sus respectivos partidos.
Concluiremos esta reflexión sobre la cortesía recomendando a nuestros políticos, excelencias y señorías que se den un garbeo por el Museo del Prado y contemplen el cuadro de la "Rendición de Breda", conocido también como el "de las lanzas", de Velázquez, en el que no se puede apreciar quién es el vencedor o el vencido, por el gesto, la elegante postura e inclinación de ambos, Spínola y el flamenco, imposible se hace determinar quién de los dos entrega o recibe las llaves de la ciudad conquistada. Porque el vencedor y el vencido son un ejemplo de cortesía, que comparten también sus tropas. He aquí un buen ejemplo, sí, de cortesía para nuestros políticos, que buena falta les hace.
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