La sangre de los refugiados
Cada vez que una patera se hunde, cada vez que un niño perece ahogado, los medios de comunicación se vuelvan sobre la noticia. Si es primicia, es tirada, es dinero... Lo que no toda la prensa cuenta es el porqué de millones de seres humanos tiene que abandonar sus hogares, sus pueblos, sus tierras y jugarse la vida en una travesía hacia la nada, pues lo que esconden es el hambre, la enfermedad, la guerra casi perpetua, la explotación y la muerte.
Días atrás leía en un periódico belga: "A la tristemente famosa isla de Lesbos, ha llegado un niño con congelación en las dos manos. Sin asistencia urgente el final puede ser amputación o muerte". ¡Qué pena! En su desesperación y ante la inoperancia de las Administraciones, la familia decide seguir su viaje a ninguna parte. Otro niño sin nombre con fatal destino y en el más absoluto de los anonimatos. Un afgano no tiene derechos de refugiado. Los desplazados tienen muy difícil sobrevivir.
Por si todo esto fuera poco, recientemente Europol ha asombrado aún más al mundo con un informe que denuncia la desaparición de diez mil niños entre los refugiados que han conseguido llegar a Europa.
Presas fáciles para las mafias que ahora se aprovechan del descontrol ante el alto flujo migratorio para la explotación sexual con la certeza de que también son vendidos como donantes vivos de órganos. Sin duda, un drama humano que exige una mayor protección de los niños que buscan asilo. Es increíble la inhumanidad que está demostrando el continente europeo. Y todo esto ocurre en la vieja y tolerante Europa unida.
¿De verdad que somos primer mundo?
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