Nilo del Cano y la parroquia de San Juan
Quiero agradecer públicamente al párroco de la basílica de San Juan, don Javier, el trato dispensado en el funeral de mi padre, Nilo del Cano, persona a la que conoció y trató durante muchos años como capellán del Centro Médico, donde mi padre fue presidente del consejo de administración.
Don Javier me manifestó que apreciaba a mi padre y compartió con él más de una vez mesa y mantel por invitación expresa de mi padre; asimismo, cuando uno de mis hermanos estuvo ingresado en el Centro Médico, le confortó y atendió de tal manera que su esposa le manifestó inmensa gratitud. Lamentablemente, es el mismo hermano que se ha dado de baja de la parroquia después de ofenderle gravemente, y ni él ni su esposa han vuelto por la parroquia.
Otro de mis hermanos, que heredó el puesto en el consejo de administración del Centro Médico, concertó una comida con don Javier para pedirle perdón por los incidentes; sin embargo, todo quedó en agua de borrajas, "postureo", creo que lo llaman ahora, ya que unos pocos meses después fallece mi madre, Esther Barbón, y sin consultar al resto de la familia estos dos hermanos deciden y nos presentan como hechos consumados que el funeral de mi madre no se celebre en San Juan, sin respetar su deseo de hacerlo en la misma parroquia que mi padre, la parroquia a la que acudió casi toda su vida, la parroquia donde, además, reposaban las cenizas de su esposo y hoy también las suyas.
Se celebró entonces el funeral de mi madre en la parroquia de San Francisco, para sorpresa y disgusto de mucha gente, que dando por supuesto que era en San Juan y acudir, por lo tanto, a la hora señalada a San Juan, no pudo asistir al funeral. Pido disculpas también a toda esta gente por no haberles avisado del cambio de parroquia.
Es una pena que estas cosas sucedan, pero espero que este hecho al menos sirva para que todos recapacitemos y en futuras ocasiones dejemos el orgullo a un lado cuando se trata de lo verdaderamente importante.
Mi padre, que era un hombre conciliador y dialogante, no saldrá de su asombro.
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