Actividad, esfuerzo y formación
Pocas salidas quedan: «el que sepa hacerlo que lo haga, el que no que lo enseñe». No son tiempos creativos y habrá que formar para crearlos. Los AASS a producir y emplear, otros son los que deben enseñar. Miren: si para generar actividad hay que disminuir la jornada laboral asalariada para emplear a todos, ese esfuerzo de contención de la masa salarial más las inversiones en procesos de automatización y en la formación hecha desde centros públicos de la Administración para implementarla, habrá que hacerlo; sin la defensa del trabajo para todos nada vale. Las empresas no pueden creer que su secretísimo «Know How» les llevará al éxito, porque los secretos periclitan tan rápidamente que no les dará tiempo a triunfar con ellos: otros, corriendo en equipo, sin secretos y junto a la máquina, llegarán primero a algo mejor y más competitivo. Solo la cooperación y la formación permanente facilitarán el éxito con la competencia. El triunfo sería llegar a la tienda global a tiempo para vender y vender: además de observar que más se puede producir para ofertar y vender más tarde. Tal dinamismo requiere equipos formativos que divulguen la innovación al entorno en cuanto aparezca. No es cuestión de tener muchas aulas, ni cursos, ni alumnos en formación; es cuestión de producir y vender fuera más. Las técnicas de dinámica de grupo pueden aplicarse a sistemas de producción en islas automatizadas y autónomas: robotizadas, libres de jornada laboral e independientes. Algo que nunca interesó a quienes se quedaron en el taylorismo seriado perdiendo tiempo y oportunidad. Se puede ser el mayor accionista e imponer su decisión, pero antes de que se ejecute tal decisión la empresa ya habrá empezado a perder sinergias frente a la cooperación a causa de su única fuente de ideas. La Administración debe facilitar la labor de las cooperativas y del trabajo asociado; del emprendedor libre y cooperante.
La Formación ocupacional permanente de postgrado, algo muy distinto de la académica inicial de grado, no puede funcionar por medio de ofertas públicas para contratar tal actividad formativa: es un autoengaño inútil. La Administración debe formar equipos de instructores provenientes de los sectores productivos que cooperen entre sí para relanzar e innovar la actividad productiva de las personas y con ello la de las empresas. De ninguna manera los contenidos en el aula pueden ser los que dicte una empresa, sino los que dicte la tecnología que se enseña en base a la realidad innovadora de las empresas más competitivas del mundo en usarla. Unos contenidos recogidos por el Centro de Referencia Nacional CRN para satisfacer con ellos las necesidades del alumno en su actividad productiva eficaz en cualquier empresa. Todo esto debe ser coordinado desde un Estado emprendedor dinamizador que desarrolle Agencias de Innovación con proyectos de investigación de alto riesgo, proyectos cuyos resultados serán canalizados de forma pública mediante la formación a partir de los CRN. Centros que funcionarán como agentes dinamizadores que darán respuestas a las demandas de formación de los sistemas productivos a través del conocimiento añadido a las personas. Personas formadas en su red de aulas distribuidas por todos los demás centros públicos propios. Pero antes debemos reducir la avaricia y reducir la jornada laboral hasta que cambiemos, para que haya demandas de empleo desde las empresas y ofrecimiento desde las personas, en fin: trastocar la realidad actual.
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