El negocio de la sanidad
Recientemente acudí a un laboratorio de análisis clínicos en Gijón, comunicándome el doctor a cargo del mismo que desde hacía una temporada ya no pertenecía a mi entidad médica (Asisa), por lo que no me podía atender. De dicha incidencia no tuve constancia alguna, puesto que nadie me lo notificó ni por correo ordinario, ni electrónico, ni a través del libro de especialistas... el cual la entidad ha tenido por conveniente no remitirlo al domicilio desde hace algún tiempo a esta parte, quizá por ahorrar en costes.
Me comentaba el doctor que en dos años les habían reducido en un 60 por ciento lo que percibían por la realización de su trabajo, y que a comienzos de este año habían tenido a bien cesar su relación contractual sin ninguna explicación.
Es la segunda ocasión que me sucede esto, la anterior vez con el especialista de medicina general, que llevaba más de 20 años atendiéndome y al que tampoco le dieron ningún motivo del cese de su relación. No era necesario, un especialista que se preocupa por sus pacientes y solicita ante el más mínimo indicio de enfermedad la realización de cuantas pruebas médicas hagan falta sale caro y la sanidad es un negocio.
Es una vergüenza esta situación, pero, por mala que parezca, es susceptible de empeorar.
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