Adiós al ex párroco de Logrezana y Piedeloro
Leo en LA NUEVA ESPAÑA su esquela en la mañana del domingo día 7 de diciembre, en la que el sol, al fin, aunque tímido, se hace un hueco a codazo limpio entre las nubes, seguramente para abrirle paso a don Manuel Martínez González, que fuera párroco de Logrezana y Piedeloro, en las que desarrolló durante 44 años su labor pastora, después de ejercer en Morcín.
Precisamente ahora hace tres años nos sumamos a la despedida por jubilación de don Manuel como responsable de ambas parroquias, tras 55 años dedicados a la vida sacerdotal. El acto tuvo lugar en la hermosa iglesia de Santa María la Real, en el bonito pueblo de Logrezana, en el concejo de Carreño. Recuerdo muy bien que el arzobispo de Oviedo, don Carlos Osoro, en su intervención, destacó con especial énfasis la importante labor arquitectónica realizada por don Manuel en el templo parroquial para orgullo de este pueblo, de su concejo y de Asturias, pues forma parte del patrimonio histórico de la región. También se refirió a la austeridad a lo largo de sus años.
En mis remembranzas no podré olvidar cuando conocí por vez primera el hermoso y tranquilo pueblo de Logrezana y, por supuesto, el templo parroquial. Fue en el otoño de 2002. Don Joaquín Manzanares, cronista oficial de Asturias durante muchos años, a quien, dicho sea de paso, debo haber adquirido mayor sensibilidad para la valoración y disfrute del patrimonio histórico de nuestra tierra, me sugirió en una de nuestras excursiones por la región la idea de desplazarnos a Logrezana para contemplar el templo parroquial. Allí mismo me hizo un canto a la obra desarrollada en la que tuvo decisiva participación y responsabilidad donde Manuel Martínez. Éste, en su despedida como párroco, recordó que Manzanares en su primer día de visita lloró de emoción al contemplar la obra artística realizada.
En resumen, en esta hora de despedida en su pueblo natal de Cornellana también estaré al lado de don Manuel rindiéndole mi modesto homenaje por su trabajo artístico, tan sólo reservado a los espíritus sensibles, tenaces y generosos, al margen de su labor sacerdotal, en la que no entramos, pues corresponde a los feligreses evaluarla. Mi condolencia a su hermana María Teresa (Marina), sobrinos y demás familia, al tiempo que les sugerimos sería muy interesante la publicación de ese diario de don Manuel, que acumulaba entonces unas 400 páginas. Hace unos años ya nos indicó la posibilidad de publicarlo.
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