Santina de Covadonga: auxílianos
Pablo Iglesias quiere comenzar engañando a políticos y ciudadanía, la instalación en España de un nuevo sistema operativo (principios del Movimiento bolchevique). No se trata de una alternancia democrática entre partidos, como hasta ahora, sino de una imposición disimulada y para siempre, que la soberbia de este superego y super-narcisista quiere hacer de un reciclado comunismo, partido único y leninista: control de jueces, de medios de comunicación, recorte de libertades... sobre todo religiosa, etcétera. Ver programa de Podemos.
Dada la incapacidad de nuestros políticos de entenderse para constituir Gobierno, porque así de difícil y con nuestro voto se lo hemos puesto, además de nuestro compromiso social y humano, queremos escribir a Santa María de Covadonga, santo y seña de Asturias y España, una carta-oración. Ella y ese su lugar sagrado de Covadonga fueron origen de nuestra Reconquista y lo tenemos un tanto olvidado, queriendo arreglarlo sólo con medios humanos. Conscientes, nos ponemos en su regazo materno para que ella consiga de su hijo la no división y enfrentamientos del pasado.
Y comenzamos nuestro ruego:
A ti, Madre y Santina de Covadonga, asturianos y españoles te remitimos esta carta-oración:
En primer lugar, perdónanos y ten paciencia con estos tus hijos tardíos en acordarse de ti, como de Santa Bárbara, y "cuando truena", según el dicho popular. Tú conoces el apego y corazón de estos tus hijos de España hacia ti, creyentes o no, que también a muchos de estos... "que su Virgen no se la toquen". Esta nación por ti tan querida y salpicada de miles de ermitas e iglesias, advocaciones y nombres que dedican a ti sus fiestas te suplica:
¡Madre... que también ahora "está tronando y relampaguea" política y peligrosamente! ¡Madre!, sabemos que no nos saldrá gratis y hemos de hacer nuestra parte siguiendo tu consejo en aquellas bodas de Caná: "Haced lo que Él os diga". Necesitamos que sigas siendo capitana, santo y seña de todos nosotros, como lo fuiste en momentos históricos de nuestra patria hispana. Cuando, por tu intercesión, Pelayo y astures, y más tarde esos héroes de Lepanto, sin temor al desequilibrio de fuerzas y durante meses, preparados militar y religiosamente con su fe en ti y en tu rosario, lograron vencer a poderosos ejércitos y aclamarte como su auxiliadora.
¡Madre!, recordando esos y otros momentos que impulsaron esa devoción a ti, te pedimos auxilio, no volvernos locos y aprovechar lo mucho bueno de la Transición.
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