Antonia Dell'Atte
En el boxeo de los bajos fondos es práctica común el aupado de púgiles de medio pelo, enfrentándoles a paquetes o a estrellas evanescentes para, en sus plazos, ir engordando la bolsa. En el momento propicio se les faja con un contrincante de cierta entidad que pone fin a la promesa. Todo apunta a algo similar en el fenómeno podemita, amalgama de resentimientos ideológicos alentadores de las dos Españas. Se les da bien el diagnóstico del Estado comatoso del príncipe lampedusiano contemporáneo, son expertos en poner la flor en el casco con el postureo, por ende meramente estético, de los ismos (ecologismo, animalismo, plantismo, feminismo, pacifismo, babelismo, nudismo...). Soslayan con astucia el paro, la sanidad, la educación, las pensiones, la deuda, la cohesión social y territorial... Así, este gatopardo, fresco, aún no marcado, exhibido en todas las funciones del circo mediático, sigue nutriendo el saco de los votos confiado en unas nuevas elecciones. Para provocarlas, retoman el espíritu del mayo francés con el "seamos realistas, pidamos lo imposible", y en la mejor tradición del pensamiento marxista, exigen la consulta catalana, la vicepresidencia, varios ministerios de tronío y dos huevos duros. Evocando a Antonia Dell'Atte cuando Ana Obregón le birló al conde Lecquio, les digo a los seguidores de estos engreídos chamanes, rebeldes en busca de empleo, que no siento que les voten, lamento con lo poco que se conforman.
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