Dos noticias
Dos noticias, una buena y otra mala: El presidente del Parlamento europeo recibió el mismo día dos cartas certificadas con acuse de recibo. Una, del gran Romeva y otra, del pequeño Nicolás. En la suya, el gran Romeva se presenta como ministro de Asuntos Exteriores de la República Catalana, que debe de ser la tercera (Maciá, Companys, Mas), sin contar la de Wifredo el Pilòs o el Peludo, que era una república avant la lettre (eso enseñan en las escolas catalanas). En la suya, el pequeño Nicolás se presenta como ministro Plenipotenciario del Reino de España (no confundir con la vicepresidencia Multinacional de Pablo Manuel Iglesias Turrión).
¿Que cuál de las dos es la buena o la mala? Más claro ni el agua. Como el oráculo de Delfos: Si vas a la guerra destruirás un reino. O el oráculo de Felipe: Ninguno de los dos debería impedir el Gobierno del otro. Y viceversa. A servidor le parecen buenas las dos pero le dicen que ese optimismo es incurable. En cualquier caso, el presidente del Parlamento europeo abre el buzón cada mañana con ansiedad; espera carta de Napoleón.
En otro orden de cosas (aunque parecidas), el juez no encuentra indicios de delito en las pitadas al Rey y al himno. Eso sería delito en Francia. Aquí, desgrava. Qué Rey y qué himno, preguntó el juez. Los de España, señoría. Y el juez cerró la carpeta. Total, va a seguir cobrando igual. La falta colectiva de civismo es uno de los pilares básicos de nuestro ordenamiento, creo que escribió el juez. Qué esperáis para ascenderlo, Pablo.
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