Rita la cantaora
Tras las imágenes casi familiares, por repetidas, de una Rita Barberá hablando por su móvil, tratando de pasar inadvertida entre los visillos de la ventana de su apartamento, la exalcaldesa de Valencia ha decidido hacerse real de nuevo en una rueda de prensa con un largo prólogo y cuatro preguntas finales de algún periodista y, así, poner término a un prolongado autosecuestro de un mes sin empleo, pero no sin sueldo, privilegio éste difícil de imaginar para el resto de los mortales.
Y en su extenso y bien estudiado soliloquio, aparece la vena llorona y sentimentaloide de quien busca la comprensión y la complicidad de la audiencia. "Me han dedicado mentiras impunes y condenas mediáticas". "De muy jovencita ya hacía mis pinitos en el periodismo". "Mi patrimonio es bien conocido de todos ustedes", llama la atención a los periodistas presentes en la sala. "He sentido un inmenso dolor", termina diciendo.
Los responsables eran otros. La junta local era quien nombraba al comité de campaña. Ella simplemente estaba allí apostada como esos leones esculpidos a la entrada de algún palacete dieciochesco, de apariencia bobalicona y cara de no enterarse de casi nada de lo que está sucediendo a un palmo de sus narices.
Después de venticuatro años en el cargo, nunca sospechó que Alí Babá y los cuarenta ladrones llevaban mucho tiempo empadronados en el Ayuntamiento de Valencia. Y en vez de asumir sus responsabilidades, en una maniobra muy común a todos los que pillan con las manos en la masa, intenta desviar el foco hacia otras personas y otros lugares, como si las faltas ajenas pudieran hacer desaparecer las propias. Y continúa echando por su boca que todo está promovido por esa izquierda radical antisistema que utiliza la mentira y la amenaza como práctica política porque están obsesionados en ver rodar su cabeza. Probablemente, está pensando que se ha puesto en marcha una nueva conspiración judeomasónica.
Pero su partido, el Partido Popular, ha sido declarado una organización criminal al más puro estilo mafioso. Tiene que ser algo muy difícil de digerir cuando es ella misma la que afirma, de manera apesadumbrada, que lleva cuarenta años haciendo este partido y sabe lo que cuesta.
Pues a tenor de las noticias que se disparan un día tras otro, casi podemos afirmar que el monstruo al que ha dedicado tanto tiempo le ha salido más que mono.
Todo hace indicar que su prolongado enclaustramiento le ha servido de muy poco a la "alcaldesa de España". Si la exalcaldesa de Valencia sigue dando el cante de esta forma, Rita Barberá se puede convertir, por méritos propios, en Rita la cantaora.
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