Piratas y corsarios
Seguro que han oído hablar del joven somalí, el piratín ese que, al parecer, es menor de edad. Yo cuando oigo la expresión menor de edad asociada a cualquier cosa, me pongo en guardia. Y lo comprenderán, porque soy profesional de la educación. El primer capítulo de esta historia está ambientado en un lejano océano, donde una fragata española reduce a punta de fusil ametrallador a dos individuos. Hasta ahí, vale. Pero es que el segundo capítulo se escribe aquí, en España, en un Centro de Menores, donde se envía a uno de estos sujetos ante la sospecha de que sea menor de edad. ¿Se imaginan lo que hubiera sucedido si el tal menor estuviera aquí, en Asturias? Yo sí. Miren: una vez valorado por los Servicios Sociales, nos lo hubieran reexpedido a un instituto de secundaria, para dar cumplimiento a su derecho a estar escolarizado hasta los 18 años. Tras ser integrado por edad en un grupo de 4º de la ESO, se le hubiera hecho un informe de competencia instrumental para establecer sus posibilidades de acceso al currículo. Posiblemente su tutor hubiera tenido que llamar a Somalia para solicitar su expediente académico o, en su defecto, requerir a los padres una entrevista para valorar la personalidad y actitudes del alumno frente al estudio. Ni qué decir tiene que para tomar cualquier decisión, habría de tenerse muy en cuenta sus intereses personales, así como su motivación, y conseguir que el equipo docente que tuviera que hacer frente a reto tan especial comprendiera las especiales circunstancias que rodean la existencia de este inocente varón: familia desestructurada (posible separación traumática de sus progenitores), déficit afectivo, las famosas malas compañías (causa de que el juez Garzón se lo trajera para España) Total: que a la vuelta de un curso, y si todavía el instituto no ha sido pasto de las llamas o algo peor, tendríamos la oportunidad de dejar constancia en el informe final de evaluación de la sorprendente evolución del alumno, adjuntando la propuesta de titulación en ESO que, como bien se sabe, abre muchas puertas. Como los piratas.
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