Padrenuestro blasfemo
Mucho se ha dicho y escrito en relación con el infausto episodio de los titiriteros del Ayuntamiento de Madrid, la noticia ha causado mucho ruido, mucha tinta se ha gastado en formular valoraciones jurídicas en las que, por supuesto, no me atrevo a entrar, el meollo es otra cuestión, la anticultura y la degradación de la vida en España; no puede darse esta situación, es necesario poner freno al amplio y rápido despliegue de actitudes y comportamientos fundamentales, intransigentes y vergonzosos como los que aparecen en determinados ayuntamientos que, en ejercicio de la libertad de expresión y de la ausencia de vergüenza, proyectan los sectores de la izquierda española sobre la Iglesia.
La larga historia de estos capítulos negros, en actos tan deplorables como el asalto a la capilla de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, donde Rita Maestre, militante de Podemos y actual portavoz del Ayuntamiento de Madrid, se desnudó de cintura para arriba y profirió insultos contra la religión católica. Nada nuevo, pues la historia nos dice estar llena de personajes que en algún momento de su vida han hecho el ridículo, como la señora Dolores Miquel, en el acto de la entrega de los premios "Ciudad de Barcelona", que tuvo lugar en el Saló de Cent, en que no tuvo inconveniente alguno en recitar un remedo de la oración universal de los cristianos, un padrenuestro versionado dedicado a la Virgen, obsceno y grosero, con reivindicaciones feministas y sexuales, un texto suyo que no cito porque hasta la Olivetti se me pone en "rojo". Que en un acto institucional, esta señora, que tampoco lo es, se le permita vomitar semejante insulto es vergonzoso para los que creen y hasta para quienes no creen que saben es merecedor de un respeto. El espectáculo de los premios de la Ciudad de Barcelona fue bochornoso, pero lo fueron más aun las explicaciones de la alcaldesa, Ada Colau, que aplaudió el acto y defendió a la poetisa, que utilizó esta plegaria como forma para recordar el poder del creador en contraste con la represión de una cultura patriarcal que sufrimos. Insulto grosero que coloca a la Colau alcaldesa de Barcelona como ignorante y grosera, dicho en corto, analfabeta.
No queremos que se degrade nuestra convivencia, y si alguien tiene que velar por ella son precisamente los que tienen alguna autoridad, que son los mismos que provocan estos actos por los que no debemos pasar de puntillas. La Colau, la misma que convocó a manifestarse por los titiriteros detenidos en Madrid, tendrá que responder ahora ante el artículo 525 del Código Penal por el insulto grosero de Barcelona, y es que Manuela Carmena, en Madrid, y Ada Colau, en Barcelona, no sólo quieren gestionar, quieren cambiar las costumbres según su credo.
Benigno Martínez-Fuego
Marcenado (Siero)
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